sábado, 8 de febrero de 2020

ESPECIAS SOLIDARIAS. Domingo V Ordinario


09/02/2020
Especias solidarias.
Domingo V T.O.                                                                             Si quieres ver las lecturas toca aquí
Is 58, 7-10
Sal 111, 4-8a. 9
1 Cor 2, 1-5
Mt 5, 13-16
No podremos decir que el profeta se haya mostrado hoy misterioso. No deja resquicio alguno para la duda. Está proclamando un oráculo que habla del ayuno como modo de que las súplicas del hombre sean oídas en lo alto. Pero el ayuno habitual no le es grato al Señor; por eso propone él otro ayuno diferente: romper yugos y liberar a los quebrantados. Es aquí donde comienza nuestra lectura de hoy: partir tu pan con el hambriento, hospedar al pobre, cubrir al desnudo y no desentenderte de los tuyos… Entonces clamarás al Señor y te responderá. La oración sólo llega a Dios cuando tu amor ha llegado al prójimo. Serás luz para el mundo cuando rechaces la opresión y sacies al alma afligida. Aunque la liturgia omite el comienzo del pasaje, la respuesta de Dios a la pregunta del ser humano se abre y se cierra con una invocación a la justicia, con una llamada al ejercicio liberador como requisito ineludible para que Dios mismo transforme nuestra oscuridad en mediodía.
Ese mediodía es el que proporciona la sabiduría definitiva, considerada necedad por el mundo. La sabiduría secular no llega a captar la riqueza de la oferta divina porque se auto limita a lo ya conocido y no es capaz de discernir en la oscuridad. Es preciso buscar fuentes de iluminación alternativas y las que Dios propone son completamente paradójicas; en modo alguno cabría esperar que un crucificado salvase al mundo. Dios ni ve ni valora con los mismos criterios que los hombres y, sin embargo, se pone en sus manos y se deja juzgar por ellos hasta desaparecer, hasta verse aniquilado según sus proyectos y conveniencias.
 Del mismo modo desaparece la sal que está llamada a dar sabor, pero no a perdurar ni imponerse por encima de los alimentos: está llamada a realizar su función dando de sí hasta confundirse con lo demás. Sólo un mundo bien sazonado podrá percibir la luz que Dios le ofrece y esa sazón es nuestra labor. Somos la luz que nuestras buenas obras transmiten; la que nuestro esfuerzo liberador conquista. La luz se percibe en la oscuridad. Brillar entre los hombres es hacerse presente en su realidad y empeñarse en expandir las nuevas posibilidades de percepción; es devolver la dignidad y la capacidad de auto construcción, como persona y como pueblo. También la luz se agota al iluminar. Da de sí hasta que su existencia se hace irrelevante. También Jesús es claro hoy. De nuestro obrar depende que el mundo pueda contemplarse a sí mismo con ojos nuevos, con los ojos de Dios, y descubrir en su seno la verdad que se esconde allí donde antes sólo veía necedad.
Desaparecer, sin embargo, no es aniquilarse. Es hacerse uno con aquél al que sazonas o alumbras. De hecho, esta re-unión es el detonante que enciende la mecha o funde la sal. No hay verdadera común-unión donde tan sólo hay asistencialismo. Eso ni alumbra ni sala. Hacerse uno con el otro es vivir plenamente el vínculo que nos suelda unos a otros y nos solidifica, nos hace solidarios. La sal y la luz son solidarias. Junto a aquello que afectan se transforman en algo nuevo, mejor y distinto de lo que ya había. Igual que Jesús, crucificado por hacerse uno con los rechazados, tal como nos recuerda Pablo, terminó permaneciendo en todos ellos en una unidad definitiva y consciente para todos.

Especias solidarias



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4 comentarios:

  1. EXCELENTE LA RELEXIÓN DEL EVANGELIO.
    MILES DE BENDICIONESS DE JESÚS Y MARÍA,

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  2. Extraordinario texto, donde no sobra una palabra: profundo, esclarecedor. Gracias, Antonio.

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