20/09/2020
El momento y la manera
Domingo XXV T.O.
Is 55, 6-9
Sal 144, 2-3. 8-9. 17-16
Flp 1, 20c-24. 27a
Mt 20, 1-16
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Dan igual el momento y la manera. Para Dios tan sólo cuenta que consientas en abrirle tu puerta. Cualquier hora es buena para invocarle y abandonar el camino errado, porque a él es posible encontrarle siempre. Se hace permanentemente el encontradizo, como los enamorados. Y no guarda rencor alguno; muy al contrario, es siempre clemente y misericordioso, pródigo en perdón. Y es también insistente en afirmar que sus caminos no son los nuestros. Nos empeñamos en intentar entenderlo pero nos es imposible y entonces procuramos hacerlo encajar en nuestros esquemas y eso es incluso peor.
Queriendo ajustarlo a nuestras formas de hacer y comprender nos ocurre lo que a los jornaleros de la parábola: que no entendemos por qué a quienes llegan a última hora se les ha de pagar lo mismo que a nosotros, que llevamos ya bregando toda una vida. No entendemos por qué ahora ya nada parece estar mal y sin embargo, a nosotros todo se nos presentaba como malo; no entendemos que vaya a valorarse igual nuestra vida mortificada que esa otra tan relajada que a nosotros nos parece que llevan las nuevas generaciones; no entendemos que ellos puedan plantearse la vida de forma tan diferente a la nuestra y medio nos consolamos diciendo que son otros tiempos. Siempre encontramos motivos de reproche en la forma de vivir de los más jóvenes y por eso insistimos una y otra vez en presentar lo que ya nos es conocido porque eso es lo bueno: ya peleamos nosotros bastante por conseguirlo enfrentándonos a los carcas de antes y con lo fácil que lo tienen estos, ahora van y lo desaprovechan… Y lo mismo nos ocurre con quienes son diferentes, con quienes no comparten nuestra fe ni nuestros puntos de vista, tengan la edad que tengan.
Cada uno tiene su momento y su manera. Los nuestros son (y no diego fueron) aquellos que verdaderamente nos colocan en sintonía con Dios y con los demás; los que nos llevan a la comunión. Cada generación y cada persona debe encontrar su momento y su manera y no vale de nada que nosotros intentemos hacer fotocopias nuestras. Pablo nos da hoy la clave: Quisiera partir para estar con Cristo y, sin embargo, veo que permanecer aquí es más necesario para vosotros. ¿Qué es lo verdaderamente importante? Vivir siempre abierto al bien de los demás. Da igual cuándo y cómo se alcance la meta. La cuestión es que quienes van llegando sean capaces de reconocer y aceptar a Dios en su corazón y busquen el bien de los demás y el suyo propio. Pese a que muy pocas cosas son irrenunciables las almas excesivamente religiosas (y no digo espirituales) se empeñan en cumplir escrupulosamente lo que está mandado porque piensan que ese es el modo de alcanzar el salario prometido. Pablo, sin embargo, ve que lo mejor es que todos puedan conocer verdaderamente a Cristo y se esfuerza por comunicar a todos un conocimiento verdadero desde el que sea posible apostar la propia vida. Ya lo dijo el poeta: Puede que sea tarde pero será madrugada si insistimos un poco. Si, por el contrario, toda nuestra vida y experiencia cristiana nos ha llevado a estar pendiente de lo que hagan los otros tal vez no hayamos alcanzado todavía nuestro propio momento ni, por supuesto, la manera y estemos aún entre los que van llegando, sin saber aún que hacer o decir.
El momento y la manera (Robert Jahns) |
Para Jorge
Gracias
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