sábado, 24 de julio de 2021

ATRAVESAR LA OSCURIDAD. Domingo XVII Ordinario - Santiago

 25/07/2021

Atravesar la oscuridad

Domingo XVII T.O. - Santiago

Hch 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2

Sal 66, 2-3. 5. 7-8

2 Cor 4, 7-15

Mt 20, 20-28

Si quieres ver las lecturas pincha aquí.

“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Ellos tienen su propia forma de hacer las cosas y piensan que sentarse a la derecha o a la izquierda del maestro es conquistar la certeza de estar en el buen camino. Mientras tanto, los demás tienen la evidencia de que no andas errado. El resultado evidente de esa certeza reconocida es el poder. Siempre ha sido uno de nuestros puntos más flacos. Instalarse en él es reconocerse unos cuantos escalones por encima de los demás y esa fractura en la fraternidad nos abre el camino a buscar siempre nuestro propio beneficio; porque nos lo merecemos. Así ocurre con los gobernantes del mundo, es evidente. Pero también  nosotros, a pesar del encargo expreso de Jesús, nos calzamos demasiadas veces el mismo perfil autoritario que ellos; porque tenemos razón. Y entre tener razón y ser mensajeros de la verdad hay un paso muy corto.

Pablo nos dice que somos frágiles portadores de un tesoro. Él habla de persecuciones porque esa fue su experiencia. Y, pese a todo, resiste sin rendirse. Aquí vendrá bien recordar que a él le hostigaban sus antiguos correligionarios por considerarle un traidor, pero también lo hacían aquellos cristianos que se identificaban aún con la sinagoga y no entendían que su fe debiera ponerse al alcance de paganos. Habla de una muerte que nos dará la vida. Morir fue para él una amenaza real y para Santiago y otros una realidad consumada. Para nosotros, aquí, es reconocerse vasija de barro y no ceder al impulso vital que nos llevaría a creernos autores de la obra. Entre eso y creernos con derecho a  organizar la vida de los demás hay también un paso muy corto.

Y pasito a pasito se va haciendo un camino que puede alejarnos mucho de la intención original que Jesús iba explicando. Hay que beber su mismo cáliz: hacerse disponible para todos, incluso para los malos, que siempre son los otros. Hay que servir a los demás y no dejarse servir por ellos. Y muchas veces tendremos que repetirnos este “no te dejes servir”. Y tendremos que repetirnos también ese “Creí, por eso hablé”. En esto se basa todo: la autoridad surge de la autenticidad que aflora sin más pretensión que compartir la propia experiencia y ser útil en la construcción de un mundo que se halla siempre en camino. En camino hacia donde el sol se pone, porque lo nuevo sólo puede surgir de la oscuridad que deja lo ya conocido cuando se agota. Ya sabemos lo que este sistema de iluminado ordeno y mando da de sí; hay que suscitar, desde el caos que origina, un amanecer en el que lo diferente prometido pueda hacerse presente. Vivimos en permanente peregrinación hacia el finis terrae, como el Santiago de la leyenda, para agotar este mundo y darle la vuelta. Pero el camino no puede ser avanzar esos pasos tan cortitos. Hay que dar pasos decididos hacia la oscuridad para atravesarla porque sólo venciéndola es como podremos fructificar. Vencer la oscuridad de nuestras ansias de seguridad y del mal que parece imponerse por todas partes mientras transformamos nuestra fragilidad en candela para todos es resucitar. Y así, porque creo hablo y, como servidor de la verdad que no se deja aprisionar por ninguna seguridad ni cede a la tiranía autoritaria de quien se piensa sentado al costado de la Verdad, me uno a un pueblo que peregrina pidiendo justicia y horizontes nuevos y busca siempre otros caminos.


Atravesar la oscuridad


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