sábado, 1 de enero de 2022

EL IDIOMA UNIVERSAL. Domingo II Navidad.

02/01/2022

El idioma universal

Domingo II Navidad

Eclo  24, 1-2. 8-12

Sal 147, 12-15. 19-20

Ef 1,  3-6.  15-18

Jn 1, 1-18

Si quieres ver las lecturas, pincha aquí.

Antes que la Palabra, la Sabiduría ya había puesto su tienda entre los hombres pero ella fue bien recibida y pudo ejercer su ministerio sin problema y con reconocimiento. La literatura sapiencial, de la que forma parte el fragmento del Eclesiástico que hoy leemos quiere, por un lado, diferenciar la mera sabiduría humana, la sofía griega, de la Sabiduría que estaba ya junto a Dios, casi desde el principio. Por otro lado, tampoco era semejante a ninguna de las deidades femeninas tan presentes en las culturas de la época. La Sabiduría bíblica, Hojmah, no era Dios, pero estaba muy cerca de él. Había sido creada antes que todo lo demás y había ejercido como arquitecto de Dios en la creación. Para ser honestos tenemos que advertir que muchas veces esta Hojmah aparece escrita en griego, es decir, Sofía… cosas de la historia de los textos.

Siglos después de esta personalización de la Sabiduría, Juan escribió sobre el Logos, la razón, la palabra. Un concepto griego. No están claras las razones para esta aparente vuelta atrás. Pero añade la observación de que la Palabra, el Logos, sí era Dios. Sin embargo, ambos conceptos, Sabiduría y Logos son equiparados a Jesús el Cristo. Los autores cristianos de los himnos que encontramos en el Nuevo Testamento hablan de Jesús como los antiguos hablaban de la Sabiduría, atribuyéndole sus mismas características y actuaciones. Y Pablo afirma explícitamente que Cristo es fuerza y Sabiduría de Dios. En el texto que leemos hoy de la carta a los Efesios lo que nos dice el autor, fuera Pablo o no, es que, puesto que ya somos creyentes, ruega para que nos llegue el espíritu de sabiduría… Esto es un lío.

Querido amigo, o amiga, que todavía estás leyendo estas líneas: Ser seguidor de Jesús es querer ser como él; es colocarse en disposición de ser alcanzado por Dios y dejarse poco a poco transformar por él para terminar siendo su Palabra y Sabiduría. Su Palabra porque  es la única manera que Dios tiene de hacerse oír. Dios no habla desde los libros, por muy sagrados que nos parezcan; ni desde la pompa, por mucho que nos conmueva; tampoco habla desde los coros, por muy bellos que sean los cantos… Dios habla desde dentro de ti mismo, porque allí es donde se encuentra y habla también desde los demás porque también se encuentra allí, igual que en ti. La cuestión es que en ninguno de estos casos le pongas sordina. La Sabiduría es la que inutiliza esa sordina. Se cifra en ver con los ojos de Dios, en procurar para uno mismo y para todos lo que Dios mismo procuraría si estuviese en tu lugar. Hay quien, ajeno a la verdadera Sabiduría, piensa que ya lo sabe todo y que se encuentra, sin duda, en el camino correcto y hay quien, desde la misma ignorancia, piensa que no sabe nada y que está muy lejano a Dios. Ya veis que el abanico es inmenso y en algún punto estamos todos. Cada uno en el suyo. A Jesús le costó toda la vida llegar a ser plenamente aquello que fue. Pasó su vida conociéndose a sí mismo y desmontando resistencias que le alejaran del Padre que él encontraba presente en todos. Fue Palabra sabia y Sabiduría parlante que nos convoca a ser eso mismo, a dejar atrás la mediocridad para dedicarnos, sencillamente, a echar una mano, empeñados en conseguir la justicia que Dios quiere: Es importante, para eso, no dejarse engañar por las palabras porque el idioma universal de Dios se llama Amor. 

 

El idioma universal.

 

 

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