31/12/2023
Día de la Familia.
Si 3, 2-6. 12-14
Sal 127
Col 3, 12-21
Lc 2, 22-40
Si quieres ver las lecturas pincha aquí
El
cristianismo habla sobre la construcción del Reino de Dios y ese Reino es una
sociedad que funciona según los criterios de Dios. Allí nadie carece de lo
básico y lo superfluo no llega hasta que toda necesidad está cubierta. Allí la
justicia es el criterio fundamental y el amor, origen y fruto de esa justicia,
lo es todo. La fiesta de hoy quiere presentar a la familia como el núcleo
básico de esta construcción. Pero, aquí está el quid del asunto, no es un
núcleo cerrado, sino abierto.
Una vez
más, podemos ver en estas lecturas una exposición en clave evolutiva. Para el
salmista, la familia es la recompensa del hombre que teme al Señor. Su mujer y
sus hijos serán fuente de satisfacción y orgullo para él; su propio honor,
elemento fundamental en la construcción social mediterránea, está en ellos. En
el Sirácida todo sigue girando en torno al padre, aunque la madre gana ya
cierto protagonismo y es reconocida como acreedora del mismo respeto y reconocimiento
que el padre por parte de los hijos. Esta visión veterotestamentaria es aún
cerrada; considera a la familia como un bien particular. En este ambiente surge
Jesús que viene al mundo en el seno de una piadosa familia judía, que cumple la
ley y vive en la espera del mesías. Simeón aparece como un hombre justo en el
que mora el Espíritu y que espera la consolación de Israel; la liberación. Este
niño que tiene ahora en brazos es el liberador esperado pero Simeón intuye ya
que no trae la liberación que ellos esperaban, por eso una espada atravesará el
corazón de María. Su hijo será el libertador que ella aceptó gestar, pero no
como ella creía que iba a hacerlo. Este niño levantará a muchos y hará caer a
otros; no sembrará la unidad frente al enemigo, sino la división en Israel. Los
caminos del Señor no son los nuestros. Este niño dirá que la familia es una
realidad abierta reunida bajo un único Padre y en la que los lazos de sangre no
son los definitivos. Años más tarde, el autor de la carta a los Colosenses coloca
al mismo nivel la responsabilidad ética y celebrativa para con los miembros de
la comunidad y la vida intrafamiliar. Todo se basa en el amor y en la conflictiva
paz de Cristo a la que todos hemos sido convocados como un solo cuerpo. La comunidad
y la familia son vasos comunicantes. Una y otra deberían funcionar según los
mismos principios. Sería deseable que, siguiendo las palabras de Jesús, la comunidad
fuese una gran familia y la familia una pequeña comunidad.
Nuestra idea de familia está muy marcada por la imagen que se le pide a los colosenses en la que los roles siguen estando perfectamente definidos. Sin embargo, en nuestra realidad social existen otros modelos familiares. Todos deberían ser defendidos siempre y cuando sean realidades abiertas que vivan entendiendo que la autoridad, el amor, la obediencia y el respeto no son exclusivos de una persona, sino patrimonio de todos. El autor de la carta a los colosenses hablaba para gentes de su época y sus palabras son ya un adelanto respecto a las del salmista y alas de ben Sirá. Tendremos que buscar la forma de concretar un modelo familiar que incluya a todos los modelos y en el que lo definitivo sean las actitudes de fondo. Los roles se desempeñarán según el carácter de las personas, pero lo definitivo son los principios y la voluntad de no atrincherarnos, sino de, como Ana, anunciar lo esencial y compartir el amor con todos los demás y construir Reino.