sábado, 14 de agosto de 2021

TEOLOGÍA DEL CUIDADO. Domingo XX Ordinario - Asunción de María.

 15/08/2021

Teología del cuidado.

Domingo XX T.O. Asunción de María.

Ap 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab

Sal 44, 10bc-12ab. 16

1 Cor 15, 20-27a

Lc 1, 39-56

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El género apocalíptico es muy rico en símbolos e imágenes con los que transmite un mensaje que de otra forma sería sencillamente inexpresable. Sin embargo, nuestras coordenadas culturales son tan distintas a aquellas en las que fue escrito el texto que hoy nos propone la liturgia que su comprensión no se nos hace nada sencilla. Eso y que durante siglos se ha interpretado como una profecía que esperaba cumplimiento. Es evidente en el texto el paralelismo con el mito que explica el nacimiento de Apolo y Artemisa, hijos de Zeus, así como las referencias veterotestamentarias al nacimiento de un niño profetizado para vencer a la serpiente primigenia. La intención del texto es exponer cabalmente para una mentalidad griega o judía que Jesús es tenido en la comunidad cristiana por el hijo de Dios que, surgido en el seno del pueblo judío (mujer coronada de doce estrellas), venció definitivamente al mal aunque esa victoria no se haya consumado aún. Esta afirmación, en una época de persecuciones, fue un apoyo importante para muchos.

También tuvo que serlo para los Corintios leer en la carta de Pablo que su propia resurrección estaba garantizada por la de Jesús que fue el primero en experimentar la suerte definitiva de quienes renunciaban a vivir como Adán. Jesús aniquiló la muerte como ruina y desastre, descubriéndonosla como el paso hacia otro modo de vivir y reconcilió al mundo con Dios superando el poder de ese temible dragón rojo que aún arruga el alma de Adán, de cualquier ser humano, pero que ya no tiene poder alguno allí donde la gente se decida a ponerse del lado de los demás.

Ese es precisamente, el testimonio de María en este día. Se reúne con su pariente Isabel posiblemente porque va a atenderla. María pone en práctica su propia idea de Dios, la que ha aprendido de las grandes mujeres bíblicas. Me niego a creer que en aquella sociedad tan religiosa las mujeres no hablasen de Dios, aunque sólo pudieran hacerlo entre ellas, como María e Isabel hoy, y entre ellas y mirando a sus antecesoras fueron elaborando una teología del cuidado capaz de salvar al mundo ¿Qué otra cosa hizo Jesús que no fuera poner en práctica esa teología aprendida en casa? Esta íntima experiencia de Dios, siempre pendiente de los últimos, que María le transmitió, es la que le puso a ella misma en un camino que le llevó a alcanzar la plenitud. María fue mujer campesina, con los pies en la tierra y convencida de que en esa tierra no había otro motivo para el sufrimiento que el empeño del dragón rojo. Por eso era imprescindible derrotarlo y el primer interesado en esa derrota es Dios mismo que se muestra siempre atento para suscitar a quien quisiera hacer proezas en su nombre para dispersar a los soberbios de corazón, derribar a los poderosos, enaltecer a los humildes y saciar a los hambrientos. Dios cuida del mundo a través nuestro y en esa cooperación nos es posible alcanzar la plenitud. Plenitud como la de Jesús resucitado y como la de María asunta a los cielos; cada uno la suya, pero no ya un coto cerrado e inalcanzable para los demás, sino el fruto de la participación activa en esa vertiente femenina del amor divino que extiende la misericordia de generación en generación. A parir de ahí Jesús es identificado con el niño profetizado y de él se predica la resurrección porque el amor no puede morir.   


Teología del cuidado


Para Ana y amigos

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