sábado, 11 de febrero de 2023

FRENTE AL DESASTRE. Domingo VI Ordinario

12/02/2023

Frente al desastre

Domingo VI T.O.

Si 15, 16-21

Sal 118,1-2.4-5.17-18.33-34

1 Cor 2, 6-10

Mt 5, 17-37

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En los tiempos antiguos se tenía el convencimiento de que Dios gobernaba todo lo que ocurría de acuerdo a un plan que solo él conocía. Antes ya del nacimiento de Jesús de Nazareth, un escriba llamado Jesús Ben Sirá dejó escrito que todos podíamos elegir y nadie estaba obligado a hacer nada, ni siquiera para que ese plan divino cobrase forma. El salmista se compromete hoy a hacer ley de las maravillas que el Señor le muestra. Es el paso de la estupefacción a la responsabilidad. Todos esos portentos invitan a la participación. El temor y la fascinación eran reacciones comprensibles en un mundo en el que todo seguía la voluntad de Dios. Pero ni el mundo ni el ser humano funcionan así. Jesús, el de Nazareth, nos recuerda que el hombre puede elegir entre varias opciones posibles; siempre es posible  profundizar la ley en una permanente búsqueda de sentido que supere la mera facticidad de los hechos. Obedecer la ley de Dios no es acatar normas sino buscar el bien de todos, también el propio. Ese es el objetivo general de la legislación divina. Su exposición progresiva no anula esa intención última. Es el Espíritu el que, según Pablo, sondea incluso lo oculto de Dios. Es el Espíritu quien nos pone en contacto con Dios desvelándonos la Sabiduría que ni el ojo vio ni el oído oyó.

Parte de esa sabiduría consiste en darse cuenta de que este mundo no funciona al dictado de Dios, sino que sigue su propio dinamismo. Ese dinamismo es la condición para que la vida siga desarrollándose y evolucionando. Si Dios no lo respetase, como tantas veces pedimos, su intervención desencadenaría procesos igualmente dañinos en otras latitudes. Lo que estos días se ha puesto en evidencia es que sí podemos plantearnos construir de la forma adecuada en zonas peligrosas o incluso no hacerlo, porque siempre son los mismos los que terminan sufriendo las consecuencias de la desidia o del enriquecimiento de unos pocos a costa de negar la seguridad real y efectiva a quienes viven expuestos a fuerzas incontrolables. Por otra parte, tanto como resultado de tragedias aterradoras como en nuestro contexto inmediato vemos como vamos, inevitablemente, desapareciendo. Nuestro mundo se desmorona ante el dolor por la ausencia que es, justamente, eso: dolor por la ausencia. Pero esa ausencia es el requisito para que nuestros seres queridos pasen a un nuevo modo de existencia. Que no estén ya con nosotros no quiere decir que no sean, sino que son y están en otro modo; creemos que en plenitud. Para todos los que quedamos lo que nos ofrece Dios es un abrazo que nos sostiene en el dolor y nos evita caer en la desesperación.

Ese abrazo nos llega de la mano de los demás; ya sea mediante la ayuda de la cooperación internacional, en los casos más dramáticos y espectaculares, o mediante la cercanía de tanta gente buena que, en todos ellos, ha elegido permanecer al lado de quien sufre. Elegir el bando del que pierde es convertirse en la maravilla viva y definitiva de Dios que nunca abandona nada ni a nadie. Es encarnar la ley de Dios que busca el bien de todas las personas más allá de normas concretas. Desear el bien es brindárselo a quien más lo necesita justo en ese momento de necesidad. 

 

Frente al desastre

 

Para Ana y familia.

En memoria de todas las víctimas de los terremotos de Turquía y Siria... y tantos otros

 

2 comentarios:

  1. Doloroso, me consolido con las victimas de esta tragedia ,y que encuentren su consuelo y su Alivio en Dios

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  2. Que el Señor tenga piedad,y los fortalezca en el dolor

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