sábado, 1 de abril de 2023

COMO EL SÍLEX. Domingo de Ramos.

 02/04/2023

Como el sílex.

Domingo de Ramos.

Is 50, 4-7

Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

Flp 2, 6-11

Mt 26, 14 – 27, 66

Si quieres ver las lecturas pincha aquí.

Llegamos de nuevo al pórtico de la Semana Santa. Nos plantamos ante ella con una visión panorámica de todo lo que está por venir, pero también con una síntesis de todo lo que ya aconteció. Isaías comienza a exponer eso que ya pasó hablándonos del iniciado capaz de oír el mismo clamor que había llegado hasta Dios. Su lengua, igualmente iniciada, transmite un mensaje de aliento para todos los abatidos. Al mismo tiempo, este iniciado, endurece su rostro como el pedernal. El pedernal es una roca dura que produce chispas al ser golpeada; es un buen recurso para prender fuego. A esta roca se la llama también sílex y, tal como ha puesto de manifiesto la investigación sobre la evolución humana, es un material que se deja trabajar y obtiene así nuevas capacidades. Se hace útil para cortar, raspar, inflamar. Estas mismas acciones son las que Jesús llevó a cabo en su vida. Pablo nos lo presenta como encarnación de Dios que no esgrime sus atributos divinos, sino que renuncia a ellos y se deja moldear para hacerse mucho más eficaz. Endurece el rostro, eso divino, tan reconocible como manipulable, para hacerse presencia humana, fuerte y rotunda, que purifica e incendia tal como él mismo se ha dejado cortar y ha consentido en incendiarse.

Todo esto es, decimos, lo que ya ha sucedido y la reacción a ese obrar de Jesús va a ser lo inmediato por venir. Esto es lo que nos cuenta Mateo hoy en su presentación de la Pasión. En el relato se van trenzando diferentes historias: la de Judas y su traición; la de Pedro, con su fogosidad y su cobardía; la del Cireneo, obligado a ser solidario; la de los acusadores, que con sus juicios, burlas y “tentaciones” van justificándose; la de Pilatos, conminado por su mujer a liberar al reo, pero a quien vence el miedo al tumulto; la del extranjero que clarividentemente reconoce a Jesús como parecido, cercano, semejante a Dios; la de las mujeres, a las que no se nombra antes del deceso, pero que permanecen ante el sepulcro; la de José de Arimatea, desconocido hasta este momento… Y en medio de todo este elenco está Jesús.

Ya nos adelanta hoy Pablo que la resurrección de Jesús por el Padre hará enardecer el ánimo de sus seguidores. Aunque aún queden unos días, nos va bien no perder de vista este dato fundamental que terminará por dar sentido tanto a esa pedernalización de Jesús como a su dejarse cincelar. En la misma clave proléptica el salmo de hoy nos trae lo que para muchos es su oración en la cruz: desde la desesperación a la alabanza final. Pese a que esta confianza parece quebrarse en los textos más antiguos al llegar el momento culminante, nos ha llegado como la síntesis de toda su vida. La fidelidad de Jesús no es la de la inamovible cariátide que se mantiene firme para sustentar el edificio, sino la del sílex que, desde la base misma de la humanidad, se va dejando pulir y afilar para incidir con mayor precisión, que se endurece para no dejarse vencer por lo lastimoso, que prende a quienes chocan con él mientras él mismo se incendia sin consumirse. Su fuego interno no es devastador sino aliento divino que dinamiza y sostiene tanto en los ramos como en la cruz. Lo que está por venir surge del pasado y eso le da autenticidad; son inseparables. Sin pasado conflictivo, la cruz es alimento para un Dios vengativo e insaciable. Así, en cambio, es una crueldad humana que sólo puede ser superada en y por el amor que transforma dejándose transformar.  


Como el sílex


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