sábado, 13 de marzo de 2021

HABITABLE, QUE NO DESEABLE. Domingo IV Cuaresma.

14/03/2021

Habitable, que no deseable.

Domingo IV Cuaresma

2 Crónicas 36, 14-16. 19-23

Sal 136, 1-6

Ef 2, 4-10

Juan 3, 14-21

Si quieres ver las lecturas pincha aquí 

Moisés elevó a la serpiente para que al mirarla los mordidos por ella no sucumbiesen a su veneno. Ahora es el Hijo del hombre el que va a ser elevado para que todos los que tengan fe en él tengan vida eterna. Las serpientes fueron enviadas como castigo por la desconfianza del pueblo, hastiado ya del providente maná. Mirar la serpiente era reconocerse pecador y merecedor del castigo. También fue así en los tiempos de la deportación. Aquel otro pueblo caldeo les había apresado siendo herramienta de Dios. Tenían su condena merecida y en tierra extraña comprendieron el absurdo de cantar a Dios lejos de su casa y de la tierra que él les dio y que les fueron arrebatadas por su impiedad. Por eso Ciro el persa aparece como el salvador esperado que porta el mensaje de liberación y perdón de parte de Dios.

Ahora, sin embargo, es el inocente quien es elevado para que todos tengamos claro que sólo la fe en él es redentora. Antes fue la ira de Dios la que ascendió hasta alcanzar al pueblo indolente que desoía a los profetas. Hoy es su misericordia el estandarte bajo el que nos congrega. Y ¿Por qué este cambio? Porque él quiere, dirán algunos. Como si antes no quisiera, observaremos otros. ¿Cuál es entonces la diferencia? La cuestión está en que ahora el amor ha sido acogido. La luz ha encontrado morada. Jesús le dice a Nicodemo que en esto consiste todo juicio. La fe es un don, se nos dice en la carta a los efesios y acercarse a la luz es la metáfora que utiliza Jesús. Tanto Jesús como el autor de la carta son ajenos a las polémicas sobre la preeminencia de las obras o de la fe pero los dos coinciden en que lo decisivo es el amor que se entrega sin reserva.

Para el evangelio de Juan la elevación del Hijo del hombre es el momento de su máxima glorificación porque ha vivido su condición humana hasta el final, sin escamotearle nada a la realidad. El hombre glorificado es el que asume y vive el mundo en su integridad, no quien quiere fugarse de él. Vivir cada momento en su detalle, como Jesús vivió la profundidad del encuentro con los otros y la del paradójico encuentro con Dios en su abandono, nos revela esa hondura en la que Dios se toma tan en serio a la humanidad que se hace carne para ofrecernos su salvación en un idioma que todos conozcamos. No hay salvación que hurte patetismo al dolor del mundo. No hay dolor que sea querido por Dios, pero Dios no pasa por encima de la crudeza de ninguno de ellos. Los humaniza a todos al habitarlos todos y transformarlos en lugar donde sea posible reconocerle y sentirse amado por él. La fe de Jesús es la de quien afronta la muerte de cada día en la esperanza de no verse defraudado y esa misma es nuestra fe. No la de quien espera librarse del mal, sino la de quien lo atraviesa confiando en transformarlo en un lugar habitable. Habitable, que no deseable, insistimos. Ciro quiso congraciarse con los pueblos conquistados reparando sus templos. Jesús hace del mundo un templo en el que encontrar a Dios pese a la rudeza que los hombres creamos al olvidar el amor que nos une. El fruto de ese olvido es la herida infligida a los hermanos, no a Dios. La serpiente manifestaba el castigo de Dios; Jesús proclama el amor de Dios que en la humanidad acoge incluso el olvido absoluto del amor y lo transforma en una nueva oportunidad. 

 

Habitable, que no deseable

 

 

3 comentarios:

  1. Un bello comentario. Muchas gracias.

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  2. Oh Dios! Tu gran Misericordia me hace ver lo pecadora que soy y el Gran Amor con que Tú me miras. Quieres que todas las personas se salven. Qué Grande eres y qué hermosos tus designios!

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  3. Oh Dios! Tu gran Misericordia me hace ver lo pecadora que soy y el Gran Amor con que Tú me miras. Quieres que todas las personas se salven. Qué Grande eres y qué hermosos tus designios!

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