sábado, 15 de mayo de 2021

QUERIDA TEÓFILA. Ascensión del Señor

 16/05/2021

Querida Teófila. Ascensión del Señor

Hch 1, 1-11

Sal 46, 2-3. 6-9

Ef 1, 17-23

Mc 16, 15-20

Si quieres ver las lecturas pincha aquí.

Querida Teófila: amiga de Dios, asamblea siempre dispuesta a dar un paso más, cuerpo mío llamado a acoger a todos. Me miro y te veo y me doy cuenta de que poco a poco vas dejando atrás esa obsesión que tuvieron algunos amigos míos por restaurar antiguos reinos; glorias caducas. No les hice mucho caso entonces y los confié a la guía del Espíritu como también ahora vuelvo a confiarte a ti. No es que no quiera prestarte atención, es que él te lo acabará de explicar todo de forma que puedas comprenderlo, si le dejas. Él sabe ponerse en los zapatos de todo el mundo y a partir de ahí empezar a construir. Ya está cerca. Pero tampoco te engolfes en la espera; deja de mirar hacia arriba, porque tal como me fui volveré. Es decir, en carne y hueso, en personas reales. Míralos. Están por todas partes.    

A todos ellos te los encomiendo, que es como acogerlos yo mismo, pero a través tuyo. Tan importante es tu papel y tan poca cuenta te das a veces… Transmíteles a todos lo mismo que yo te transmití. Desciende, hazte pequeña hasta caber en su corazón y sánalo. Cuéntales la buena noticia de que Dios es amor, no ley; que les quiere por encima de todo y que prefiere a quien no es preferido por nadie. Bautízales en mi nombre, en el del Padre y en el del Espíritu; en la verdad de los tres que amándonos amamos a toda la realidad. Sobre todo a ellos. Pero no conviertas el bautismo en una señal meritoria. Es un compromiso por la justicia; la expresión del deseo de participar en mi obra. Perdón, en nuestra obra. Tú y yo, querida Teófila, nos hemos unido en un solo cuerpo para prolongar la labor que inicié en mi vida terrestre: dar continuidad al amor creador del Padre que lo originó todo. Restañando la herida del mundo lo justificamos, lo ponemos todo en equilibrio. Y la herida del mundo son las múltiples heridas que tienen las creaturas que en él habitan.

Todas ellas participan de esta justicia según la medida de su propia naturaleza. Es el ser humano al que, por ser libre, se le pide que acepte expresamente, que se bautice, que renuncie al mal que sólo él puede cometer. Que sea justo y viva de acuerdo a esa justicia que respeta a todos y los reconoce como hermanos. En el fondo, también a él se le pide una ascensión. No para olvidarse del mundo, sino para vivirlo en plenitud. Para descubrirse a sí mismo en conexión con todos y con todo; para no olvidar a nadie, ni menos aún, dañarlo. Bautizarse es injertarse en mí. Recuérdalo: no sólo en ti. Todo aquel que vive según mi justicia y que la practica está ya en nosotros, pues si está en mi está también en ti. Así como lo definitivo de cualquier planta son sus frutos, a todos los que confían en mí y viven en mi justicia les acompañan señales. Y sin embargo muchas veces las ignoraste para fiarte más de otros ritos y promesas. Ya te he dicho que  es imposible ascender sin haber descendido antes. Olvídate de ti misma y comprende, por fin, que estoy donde tú me llevas y si no me llevas, no estoy. Que no tienes que esperarme, sino verterme sobre los demás. Porque igual que yo soy ya en ti, aunque a veces me busques desesperada, soy también ya en todos ellos pero no podrán reconocerse en mí si tú no eres el espejo en el que se miren. Del mismo modo, tampoco tú podrás reconocerte en mí mientras no sean ellos tu espejo. Para ascender se requiere ser consciente de la propia identidad profunda, percibir que en mi amor todos estáis unidos por encima de cualquier otra afiliación.   


Querida Teófila


2 comentarios:

  1. Luminoso comentario. Ojalá que así sea, que así permitamos y sepamos favorecer que sea.

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