sábado, 24 de febrero de 2024

UN PASO ADELANTE. Domingo II Cuaresma

25/02/2024

Un paso adelante.

Domingo II Cuaresma.

Gn 22, 1-2. 9-13. 15-18

Sal 115, 10. 15-19

Rm 8, 31b-34

Mc 9, 2-10

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Parece ser una costumbre bien arraigada la tendencia de priorizar lo divino sobre lo humano. Nos cuesta comprender que los dioses no necesitan de nuestros sacrificios; por eso insistimos tanto en prácticas cultuales y penitenciales. Hay que aplacar la ira de Dios y ganarse su favor. Esta es una perspectiva fuertemente arraigada en los pueblos pretéritos. Ya el Antiguo Testamento ofrece testimonios contrarios a esta idea, como aquello de “misericordia quiero y no sacrificios”. El célebre pasaje del sacrificio de Abraham que hoy contemplamos comparte la misma intuición. Es Abraham quien debe privarse de quien ama, por eso el episodio lleva su nombre y no el de Isaac, la víctima inocente. Abraham está convencido de la necesidad de sacrificar a su primogénito legítimo y en su fuero interno oye a su concepción de Dios exigiéndole la vida del niño. Será el Dios verdadero quien envíe a su ángel para impedir la tragedia y explicar la situación de forma comprensible, incluso gratificante, para el patriarca: “Dios ha visto tu fe… tu descendencia será como las estrellas”. El salmista reconoce por una parte que el Señor le ha liberado, como haría Abraham, pero insiste en la idea sacrificial, tal como Abraham necesitó ofrecer un carnero, y en la necesidad de cumplir votos.

Tres discípulos de Jesús, número suficiente para que su testimonio sea creíble, son testigos de otra manifestación espectacular. Jesús, la Palabra, se les va a presentar dialogando con Moisés, la Ley, y Elías, la profecía. La Palabra es Dios mismo manifestado en forma comprensible y las otras dos son canales históricos apropiados para esa manifestación y comprensión. Ambas cosas son importantes; una manifestación incomprensible es tan vacía como el espacio en el que una comprensión desoída, abandonada a su suerte, se pierde. Como Abraham, estos tres discípulos comprenden según sus propias circunstancias y coordenadas y hay que explicárselo según esas referencias: “no digáis nada hasta el momento de la resurrección”. Mientras tanto, seguirán con Jesús aunque parece ser que sin entenderlo del todo. Será después de esa resurrección cuando ellos reconozcan su propia liberación. Es la que Pablo verbaliza hoy: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” Dios no perdonó a su propio Hijo; es decir, en Jesús se entregó a sí mismo. Esta idea era incomprensible para un judío el siglo I. Y para muchos otros aún hoy. Es Dios quien se entrega al mundo en todas las víctimas. No nos exige ningún sacrificio, como a Abraham no le exigió el de Isaac. Lo que pide es que dejemos de generar víctimas y que no nos excusemos más tras ideas falseadas que le utilizan para justificar sistemas generadores de sufrimiento. Las manifestaciones espectaculares pueden impactar hasta atemorizarnos, como a nuestros tres amigos, pero tras el temor podemos experimentar el amor de Dios. Cuando todo cesa, cuando el ángel se retira y Moisés y Elías se van, cuando ya no se oye la voz de Dios permanece su amor en nuestros corazones. La conversión de la que tanto hablaremos en estos días cuaresmales no consiste en volver a lo de antes, sino en abrir los ojos a lo nuevo; en reconocernos liberados y vivir la vida poniendo en valor ese amor recibido. Ya no hay carneros que valgan. Lo que se nos pide es un paso adelante en la dirección del reino fraterno y universal. 

Un paso adelante (Gettyimages)


 Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2024

 

 

sábado, 17 de febrero de 2024

NO HAY BARRERAS. Domingo I Cuaresma

18/02/2024

No hay barreras.

Domingo I Cuaresma.

Gn 9, 8-15

Sal 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9

1 Pe 3, 18-22

Mc 1, 12-15

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Es posible que a la hora de buscar aplicaciones concretas para nuestra vida el episodio de Noé y el arca nos pase desapercibido, casi como una narración folclórica que alberga la pretensión de resultar didáctica. Todos lo hemos oído desde niños y lo enmarcamos en ese corpus de relatos que pretenden dar explicación de los orígenes. Parece, en concreto, guardar memoria de algún desastre natural que permaneciese en el acervo colectivo como una garantía de que aquello que pasó no volverá a repetirse. Nunca más Dios se dejará llevar por una rabieta y, para asegurárnoslo y recordárselo a sí mismo, coloca su arco en el cielo. Que el diluvio sea el vestigio de un desastre natural parece evidente. Y debió ser un acontecimiento desproporcionado que costó la vida de la gran parte de la población conocida, hasta el extremo de no quedar más que ocho supervivientes. Es un número simbólico, que hace referencia más a la calidad de los damnificados que a su cantidad. En el octavo día se inicia una nueva semana; es la nueva creación. Todo lo anterior ha quedado arrasado. Tanto es así que la tradición cristiana recoge que Jesús bajó al infierno a predicar a todos aquellos que habían perecido en el desastre, pues no habían conocido ninguna alianza y no tenían modo de alcanzar la salvación. La cuestión que quiere resaltar Pedro es que Dios no abandona a nadie. Es verdad que aplicó su castigo plenamente convencido de lo que hacía, pues esperó hasta que Noé terminara el arca; tuvo tiempo de pensárselo pero, en aquellos tiempos primigenios, su ira pudo más que su piedad. Pero también es verdad que después, incluso a ellos, les envió a su Hijo.  Si tenemos que suponer que nuestra perspectiva cronológica puede aplicarse también a Dios, diremos que tras conocer el poder de la tentación en carne propia, la de Jesús, Dios comprende mejor la debilidad del ser humano y concede a todos, incluso a quienes tanto le irritaron en los tiempos remotos, la posibilidad de convertirse y cambiar escuchando al propio Jesús, a quien ningún otro patriarca ni profeta había conocido. Contra más pecado, más gracia. El reinado de Dios es para todos.

Que la ambigüedad del lenguaje mítico no nos confunda. Es posible que no hayamos reparado nunca en toda la profundidad que la Palabra pretende transmitirnos y vivamos tranquilos y satisfechos, pensando que estamos ya en lo cierto; nos comportamos como todos lo hacen; vivimos según la norma. Sin embargo, algo queda siempre pendiente en nosotros porque no acabamos de exprimirle el jugo a la vida. Podemos conformarnos con esta existencia mediocre o caer en la cuenta de que debe haber algo más. Las palabras del salmista son hoy las de quienes ante esa insatisfacción se vuelven hacia Dios buscando lo que les falta. Es el primer paso para ponerse en disposición de escuchar a Jesús con oídos nuevos. Él se acercará hasta donde estemos sin importarle nada cuál sea nuestro infierno o nuestra cárcel; no hay barrera que él no cruce por nosotros para hablarnos del Reino que llega. En este tiempo de transformación solo tenemos que dejar caer nuestras precauciones y dejarnos alcanzar. Dios no es tan severo como nos dijeron. Se hizo presente como uno de nosotros y desde entonces no nos dejó de su mano, aunque nos parezca vivir en el abandono. Esta misma seguridad es la que podremos transmitir en la medida en que la vivamos. 

 

No hay Barreras, Juan Antonio Hernández. Playa San Juan (Tenerife)
 

 

martes, 13 de febrero de 2024

ES EL TIEMPO FAVORABLE - MIÉRCOLES DE CENIZA.

14/02/2024

Es el tiempo favorable - Miércoles de ceniza.

Jl 2, 12-18

Sal 50, 3-6a. 12-14. 17

2 Cor 5, 20 – 6, 2

Mt 6, 1-6. 16-18

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Joel nos recuerda hoy que Dios es clemente y compasivo; lento a la cólera y rico en amor. Y sin embargo, sigue invitando a grandes penitencias y ayunos. Está bien reconocer la necesidad del cambio, pero tal vez era demasiado pronto aún para dejar atrás prácticas que, desde siempre, habían acompañado este movimiento de conversión. Todavía pensaban en ganarse el favor a base de mortificaciones. En esas mismas coordenadas el salmo es la expresión penitencial por excelencia. Reconocer el error es ciertamente el primer paso, pero es solo el inicio. Es el corazón el que hay que rasgar; no los vestidos. La intención está.

Jesús la va a profundizar y nos recuerda que frente a la espectacularidad corporativa surge la intimidad como reducto de sinceridad donde puede darse la excelencia. Y comienza hablando de la justicia. ¿Qué conversión sería una que no cuidase la justicia? ¿Qué justicia sería la que no pudiese contrastarse indubitablemente? Y el criterio de veracidad no se encuentra, tampoco aquí, en los grandes gestos, por mucho que nos guste ir de salvadores por la vida. Practica la limosna, pero no des aquello que te sobra, sino aquello que necesitas y sin ufanarte de ello; sino casi sin ser consciente, como quien da sin hacer cuentas, sin reservarse nada; como quien más que dar se despoja. Del mismo modo, ayuna sin ostentación; con la discreción de quien comparte sin avergonzar; de quien ofrece lo que tiene con la sincera intención de que nadie pase hambre. No es posible vivir así sin orar; sin tener un contacto personal con Dios, pero ante la realidad así vivida se nos acaban las palabras y cualquier discurso aprendido queda vacío. En los versículos que faltan entre el 6 y el 16, Mateo coloca su versión del Padrenuestro. Es un modo nuevo de situarse ante la vida. Es un soporte fundamental para esa justicia que pide Jesús. De lo contrario, la nuestra no será muy diferente de la justicia de los otros; ni nuestra limosna, ni nuestro ayuno, ni nuestra oración.

Es necesaria la intimidad y la vivencia del Dios que habita en lo secreto y preserva la integridad de la vida y de la lucha. Ahí es donde caeremos en la cuenta de cómo ser justicia de Dios en Cristo. Quien no conoce el pecado, quien no se deja dominar por él, terminará siendo pecado; terminará tratado como un malhechor, como un inadaptado que debe ser eliminado. Así le pasó a Jesús el Cristo, que se convirtió en el enemigo a batir. Así, también la sociedad consumista de hoy elimina, asimilándolo, cualquier intento de crítica que intente desestabilizarla. Ya lo hizo, acuérdate, con la revolución pacífica del movimiento hippie que fue absorbida, digerida y comercializada convenientemente; con la furia del punk que quedó anulada en cuanto comenzó a ser rentable; con algunos cantautores, poetas y dramaturgos, antiguos profetas en escena, que  fueron domesticados por el tiempo y la necesidad; con ciertos líderes comunitarios que dejaron atrás sus raíces, y a su gente, cuando tuvieron ocasión de prosperar; con cabecillas sociales que al alcanzar el poder político quedaron enredados en los engranajes de la maquinaria; con no pocos creyentes sinceros que habían planteado una alternativa al sistema deshumanizador del imperio pero naufragaron en la marea del reconocimiento y la invitación a construirlo todo a su medida… Todo terminó en ceniza y, sin embargo, Dios sigue murmurando secretamente a muchos: “Es el tiempo favorable; es el día de la salvación”

 

 

Es el tiempo favorable.

 

sábado, 10 de febrero de 2024

NIVELARSE. Domimgo VI Ordimario

11/02/2024

Nivelarse.

Domingo VI T.O.

Lv 13, 1-2. 44-46

Sal 31, 1-2. 5. 11

1 Cor 10, 31 – 11, 1

Mc 1, 40-45

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Casi cualquier afección de la piel podía identificarse con la lepra. En ocasiones la infección sanaba, pues era en realidad cualquier otro mal cutáneo pasajero. Entonces los sacerdotes podían decretar su extinción y la persona era readmitida en el grupo del que, como medida profiláctica, había sido excluida. Otras veces la dolencia resultaba ser verdadera lepra que no remitiría y, en aquella época, terminaría matando irremisiblemente al enfermo después de desfigurarlo. Esa lepra que sana es presentada en la tradición bíblica como un castigo de Dios a Miriam por su cuestionamiento hacia el matrimonio de su hermano Moisés con una extranjera desconocida. Su caso será utilizado como base para la legislación referente a la enfermedad. Este texto del Levítico pertenece a esa legislación. Mediante la enfermedad, el pecador purgaba sus culpas y en este sentido el salmista se alegra de haber sido ya absuelto.

No sabemos si el leproso que se acerca a Jesús es de los que sufrían alguna infección pasajera o de los que padecían por la lepra verdadera pero Jesús permite que se le acerque. Los manuscritos más antiguos no dicen que Jesús se compadeciese del enfermo, sino que se enfureció. Los exégetas se dividen entre quienes opinan que su enfado se dirigía a la enfermedad, por torturar al pobre hombre, o al propio enfermo por acercarse poniendo en peligro a la gente sana que le acompañaba. Una lectura moderna podría decir que se enojó con la inhumanidad de quienes condenaban al paciente al ostracismo. En cualquier caso, Jesús es capaz de modular el sentimiento que surge en sus entrañas y hacer algo provechoso con él. Se conmueve, no sabemos en qué sentido, y termina sanando al enfermo. Esta acción es, sin duda, misericordiosa y concuerda con el texto actual pero es también una enmienda a la antigua legislación. El rechazo humano que Jesús pudiera sentir es subsanado por la divinidad que en él palpita. El impuro no debe exiliarse, la misericordia puede tocarle si no se esconde. Esa misericordia es precisamente la que Pablo quiere extender y poner al alcance de todos. Por eso se acerca a todos y con todos encuentra como confraternizar. No es ligereza sino superación de todas las cautelas que preservaban a los elegidos pero abandonaban a su suerte a los demás. Quería poner a Jesús al alcance de todos, hacerlo comprensible, porque buscaba el bien de todos antes que cualquier otra cosa.

Para los seguidores de este Jesús que se deja alcanzar nos queda claro, en primer lugar, la necesidad de vencer cualquier respeto humano y colocar en el centro a cada persona concreta. Será menester, a continuación, tocar la impureza y la miseria, no conformarnos con conocerla de oídas ni mucho menos condenarla, sino abrazarla antes de la desesperación. En tercer lugar, se requerirá cumplir lo prescrito para que pueda reconocerse el cambio; así, el recelo será para quien solo supo sospechar y apartar. Finalmente, habrá que guardar silencio porque querer recoger méritos nos coloca en un lugar elevado, alejado de la fraternidad que Jesús proponía. Todo mensaje está necesitado de actualizaciones, también el de Jesús porque se va expresando en palabras humanas y cada generación libra sus propias batallas. Actualización es lo que propone Pablo, sin perder de vista que para Jesús todo se expresaba en la cercanía y en ponerse al nivel del otro. 

 

Nivelarse. Jesús cura a un leproso (Fotograma de The Chosen)

 

viernes, 2 de febrero de 2024

MEDIDAS. Domingo V Ordinario

04/02/2024

Medidas.

Domingo V T.O.

Job 7, 1-4. 6-7

Sal 146, 1-6

1 Cor 9, 16-19. 22-23

Mc 1, 29-39

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Pocas tribulaciones son tan famosas como las de Job y sin embargo, parece ser que son, en gran medida, mal entendidas. Para sus amigos son resultado de su mal comportamiento, o el efecto heredado de alguna transgresión. En el pequeño fragmento que hoy nos acompaña Job se muestra convencido de estar, como todos, prestando un servicio. Pese a todas sus adversidades, lo suyo es un trabajo provechoso. Pero, sin acritud, percibe ya cercano su fin y se prepara para el final. Toda vida, incluso la que al mundo le parezca más inútil, es un servicio; es capaz de mostrar a Dios al mundo. El salmista nos muestra cómo: dejando que él sane el corazón destrozado. El cuerpo de Job está hecho trizas, pero su corazón rebosa. No es el éxito el que habla de Dios, sino la integridad, la dignidad y la responsabilidad. Nuestro destino puede ser cualquiera, pero ni está ya escrito ni es resultado de un juicio impasible. En medio de toda nuestra realidad Dios quiere sanar nuestro corazón para que no decaiga y seamos lo que verdaderamente somos.

Y funciona tanto para lo malo como para lo bueno. Jesús podía haber muerto de éxito aquella mañana pero supo apartarse y mantenerse íntegro sin ceder a la tentación del triunfo rápido. Él era predicador y sanador. Y era de los que con-padecían. No podía dejar de hablar ni de curar porque el mal ajeno le dolía más que el propio y la distancia, el temor, que separaba a sus contemporáneos del Padre le pesaba como una losa. Así, antes de dejarse encontrar y tras confrontar los recientes acontecimientos con la vocación primera, continúa su viaje por los caminos galileos, porque para eso había salido; no para quedarse a mitad y que todos tuvieran que ir a búscalo a él. Esta capacidad de responder por encima de todo, su responsabilidad, es la que fundamenta su dignidad de Hijo de Dios. Vive y da lo que es. Jesús lo hace todo con la sencillez de las almas más grandes. Pablo, en cambio, le añade dramatismo al asunto. Como Job, está viviendo un momento duro y su fogosidad se trasluce en sus palabras. Tiene que defender el valor de su testimonio frente a quienes le acusan de ser un charlatán sin autoridad alguna. Afirma que desde el momento de su conversión, una vez liberado por el mismo Jesús, se ha hecho esclavo de todos  sin aceptar ningún privilegio por causa del Evangelio como otros sí parecen hacer. En esto, Pablo se parece mucho a la suegra de Pedro: Se pone en pie y comienza a servir. Renunciando a todo es libre de acercarse a todos y vivir con ellos.

Liberarse de la apariencia y los criterios del mundo es el primer requisito para anunciar con verdad la Buena Nueva de la extensión del reinado de Dios. Tal como el propio Pablo afirma, esta dedicación permite vivir el Evangelio y participar de sus bienes. En la medida en que dejamos espacio para los demás desprendiéndonos de ideas preconcebidas, de privilegios, de criterios y estrategias para, como Pablo, acercarnos a ellos con sinceridad, el Evangelio se convierte en descubrimiento personal que anima y conforta. En la medida en que, pese a las apariencias y acontecimientos, confiamos en Dios, nuestro corazón, como el de Job, vive sano y dispuesto a todo. En la medida en que, como Jesús, respondemos a nuestra inquietud fundante, descubrimos en qué pozo beber y nos hacemos, sin siquiera percibirlo, predicadores y sanadores. En la medida en que vivamos fieles al Evangelio nos salvaremos del éxito.

 

Medidas