sábado, 25 de noviembre de 2023

LA NUEVA CIUDADANÍA. Domingo XXXIV Ordinario

26/11/2023

La nueva ciudadanía

Domingo XXXIV T.O.

Ez 34, 11-12. 15-17

Sal 22, 1-3. 5-6

1 Cor 15, 20-26. 28

Mt 25, 31-46

Si quieres ver las lecturas pincha aquí

El profeta Ezequiel nos habla hoy de la implicación directa de Dios en la historia de su pueblo. Él no es de los que se quedan sentados esperando ofrendas; es más bien de los que se arremangan y se echan al monte en busca de las ovejas que faltan. De las ovejas y de los carneros. No hay distinción. A todas las cuida y de todas está pendiente: de las perdidas, de las descarriadas, de las enfermas y de las fuertes y robustas. Este es su compromiso: A todas las apacentará y las hará reposar. Es su oráculo, su palabra, su misma fama, la que empeña en esto. Él mismo lo va a hacer. El salmista expresa la vivencia de quien se siente así acompañado, cuidado y reconfortado.

Todo fin de año es un cambio de ciclo. Al concluir éste, será momento de hacer memoria de los pastos a los que el Señor nos ha llevado, pero también de reconocer su presencia entre nosotros y de levantar acta de nuestro proceder con los demás. Dios cumplió su palabra y se hizo personalmente presente en Jesús que fue el buen pastor pero ha de ser también el juez justo. Esa es la segunda parte de la promesa de Dios. Conduce, cuida, sana, alimenta, acoge… y juzga. Pero juzgar no es declarar culpables o inocentes; es revelarle a cada una la abundancia de su corazón, si ella quiere escuchar. La mentalidad apocalíptica judía presenta el juicio como el momento de la decisión final sobre cada persona. Jesús puso el juicio en relación a la conducta de cada uno e igualó los méritos a la capacidad de imitarle; de acoger, sanar, cuidar, alimentar a las ovejas que más lo necesitasen. Dios, pese a ser Dios, necesitó hacerse carne para poder cumplir su promesa; es más fácil hacer sentir a los demás el amor cuando tienes un cuerpo con el que expresárselo. Aún hoy sigue necesitando de personas concretas que se embarquen en la misma aventura y caigan en la cuenta de que se hizo humano gracias a que algo hay en lo humano capaz de acogerlo y hacerlo presente. Ese algo, esa condición humana, se da en todas las personas sin excepción, y allí está esperando a ser, de alguna manera, activado, reconocido, expresado; esperando que le dejen vivir desde el punto de vista y la experiencia de cada ser humano, pues esa es su omnipotencia y su omnipresencia; vivirlo todo, amarlo todo y a todas desde todos los puntos de vista posibles, desde todos los corazones.

Pese a que Jesús tan solo aceptase en vida una corona tejida con espinas, nos hemos empeñado en arrancar esas espinas y forrársela con pan de oro, que queda mucho más presentable. El reino que Jesús nos presenta no es una exclusiva suya. Es el reino de Dios. Pablo llama la atención sobre el hecho de que Jesús está citado para devolvérselo; para ponerlo a sus pies, de forma que Dios pueda serlo todo en todos. Jesús, Cristo, en lenguaje paulino, es el hombre que le ha dado la vuelta a todo. Su actitud vital le llevó hasta dar la vida por los demás y resucitó como primicia de la resurrección que nos aguarda a todos.  La muerte es la reclusión en el propio interior, viviendo tan solo para el interés particular. Por el contrario, la vida es la salida hacia los demás, la apuesta por la edificación de nuevas relaciones, de nuevas formas de estar y ser en el mundo. El nuevo año propone la nueva ciudadanía del reino de Dios: acoger cuidar, sanar, alimentar...


La nueva ciudadanía


viernes, 17 de noviembre de 2023

EL GOZO DEL SEÑOR. Domingo XXXIII Ordinario

19/11/2023

El gozo del Señor.

Domingo XXXIII T.O.

Pr 31, 10-13. 19-20. 30-31

Sal 127, 1-5

1 Tes 5, 1-6

Mt 25, 14-30

Si quieres ver las lecturas pincha aquí

Nos resulta muy difícil comprender hoy en día lecturas como esta de Proverbios que hoy nos ocupa. La alabanza a la mujer hacendosa resuena en nosotros como el elogio a quien se somete y cumple con lo que de ella se espera. Tomemos otro camino y comparemos este fragmento con el del evangelio de Mateo que hoy contemplamos. Una vez superado el rechazo que esa mentalidad posesiva nos produce, es imposible no ver el paralelismo entre una página y otra. La mujer compra materiales con el dinero de su marido que, gracias al trabajo de ella obtiene ganancias que aumentan su riqueza y el señor de la parábola ve crcer su fortuna gracias a la laboriosidad de sus sirvientes. Sirvientes y esposa gozan de las bendiciones y del beneplácito de su señor y de su marido respectivamente. Y podemos afirmar que tanto para los unos como para la otra su trabajo es motivo de progreso y de crecimiento personal. El siervo perezoso es la confirmación de todo esto: quien no trabaja no puede prosperar y pierde también, lo cual es mucho peor, la madurez que no puede obtener al no esforzarse en nada. No es que se le quite incluso lo que no tiene, sino que su inacción le impide ganar lo que gana quien más ha trabajado: la madurez profesional y, sobre todo, personal.

Podemos incluso decir que gracias a Proverbios encontramos una clave nueva en Mateo pues, en medio de sus afanes, la mujer pasa de ser hacendosa (otras traducciones dicen fuerte) a ser temerosa de Dios; entre sus muchas ocupaciones no olvida al necesitado ni al pobre. Ni su fuerza ni su esfuerzo son suficientes por sí mismos, sino que la cuestión se cifra en no olvidar la palabra de Dios sobre los demás. Tendremos que superar el lenguaje económico, extraño en Jesús, para descubrir que los talentos que reciben los siervos de la parábola, destinados a enriquecer al señor que parte, no pueden referirse más que a todo aquello que puede ponerse al servicio de los demás. Negociar es, aquí, ganar ciudadanos para el Reino rescatándolos del dominio de la oscuridad, o del sueño.

Como la semana pasada, Pablo vuelve a la carga con su comparación del sueño y la oscuridad; la muerte en último término. Quien se esfuerza en seguir a Jesús está ya en la luz y ve perfectamente lo que otros no ven. Ve, de hecho, tal vez de forma aún velada, con los ojos mismos de Dios. Está atento y sabe que lo que se espera de él es ganar, rescatar, salvar a tantas y tantos de una vida sonámbula que no les lleva a ningún sitio. En ese esfuerzo es él mismo quien gana, quien se supera, madura y crece. Esto intenta decirnos el salmista con su propio lenguaje. Por eso quien no hace nada con los dones (talentos) recibidos nunca ganará nada. A veces nos parece que es normal que otros, más talentosos, se dediquen a esta labor porque nosotros no hemos estado tan agraciados… no es cuestión de cantidad. Cualquier pequeña centella, el más mínimo resplandor, puede servir de guía o de esperanza a quien menos lo esperes y en el momento más inesperado. Es la construcción de la comunidad sobre un cimiento sólido, la trabazón de los corazones, lo que está en juego. Se acerca el fin de año y no es que amenace ya un terrorífico apocalipsis, sino que el Señor se interesa por ir cerrando etapas y se interesa en cómo usamos todos los bienes que nos dejó porque no eran solo para engorde propio sino para construir Reino; para entrar, con quienes quieran, en el gozo del Señor.


El Gozo del Señor. Iknuitsin Studio (2018)


sábado, 11 de noviembre de 2023

DESPERTANDO. Domingo XXXII Ordinario

12/11/2023

Despertando.

Domingo XXXII T.O.

Sb 6, 12-6

Sal 62, 2-8

1 Tes 4, 13-17

Mt 25, 1-13

Si quieres ver las lecturas pincha aquí

Comenzamos hoy la lectura del famoso capítulo 25 de Mateo que nos acompañará hasta concluir el año litúrgico. En él nos encontramos hoy con las diez doncellas que se quedan dormidas. Es esta una circunstancia que comparten con los tesalonicenses pues, aunque en nuestras traducciones se hable de difuntos, el texto original dice “los que duermen”. Como ya sabemos, la muerte es solo un sueño del que despertaremos. Pablo se extiende en este pasaje explicando el fundamento de esta cuestión. En la parusía, que él imagina inmediata, los que ya duermen despertarán para precedernos en el destino común que compartimos con Jesús, quien ha sido ya resucitado por el Padre. Esta esperanza radical nos diferencia de quienes la ven como un mal insalvable. Posiblemente, las doncellas que no se proveyeron de aceite sean de esas personas que no comparten nuestra confianza. En cualquier caso, lo cierto es que moriremos pero eso no implica que estemos condenados al olvido y la aniquilación.

El aceite es señal distintiva del cristiano. Es la sabiduría vital que no se limita a acumular conocimientos sino que impulsa y anima. Impulsa porque nos hace salir de nosotros mismos y anima porque infunde ánimo en el ánima. Nos hace ser lo que somos: creyentes esperanzados que se asoman al mundo con la intención de hacerlo un lugar más habitable para todos. Así, esta sabiduría no resulta ser algo lejano y abstruso, sino que está a disposición de todos. Puede solicitarse directamente, como hizo el rey Salomón, o puede buscarse en el día a día. Se puede madrugar, hurtándole tiempo al sueño, y meditar. Meditar es, para los pueblos semitas, recitar las palabras de Dios, dejarse arrullar por ellas mientras penetran en nosotros y nos revelan ese conocimiento experiencial. La sabiduría verdadera es Dios mismo con perfil femenino que se pone al alcance de los caminantes o de quienes, como dice el salmista, la contemplan en todo tiempo y lugar.

Durante toda su vida Jesús ha burlado a la muerte, simbolizada en el sueño, madrugando para rumiar, saborear y alimentarse de la vida. El sueño es imagen de la muerte porque nos aleja de proyectarnos hacia los demás, dejándonos inertes y presos de nuestro cansancio. La vida, en cambio, es vigila, vigilancia y, tal como Jesús, también nosotros podemos afrontarla de forma cada vez más plena y creativa. Podemos vivirla despertando. La muerte no es para nosotros lo mismo que es para otros, pero es que tampoco la vida lo es. Y es ésta la que iniciándose aquí continuará tras el sueño. En esta vida auténtica el aceite es la sabiduría; es la forma de ver el mundo que Dios mismo tiene; es el combustible que pone a nuestro ser a funcionar y le permite alumbrar a partir de sí mismo, de lo que descubre en su interior. El dinamismo de búsqueda convierte la vida en un constante descubrimiento que no se resigna a la pasividad ni a lo ya conocido sino que, al contrario, lleva a abrirse a todo y a todos desde la propia raíz. Eso es la vida. Quien así vive no podrá morir nunca y cuando finalmente duerma lo hará tan solo para sanar las heridas del camino antes de continuar la misma vida de otro modo, distinto pero idéntico: vuelto hacia los demás desde una plenitud nueva; presente pese a la distancia.


Despertando


sábado, 4 de noviembre de 2023

PODEMOS MÁS. Domingo XXXI Ordinario

05/11/2023

Podemos más

Domingo XXXI T.O.

Mlq 1, 14 – 2, 2b. 8-10

1 Tes 2, 7b-9. 13

Mt 23, 1-12

Si quieres ver las lecturas pincha aquí

Malaquías vivió tiempos convulsos: el rey había sido depuesto por los invasores persas y los sacerdotes adquirieron un importante papel para el pueblo, salvaguardando su maltrecha identidad nacional.  Sin embargo, no atinaron en todo; el profeta les acusa de aplicar la ley en su provecho, de forma que muchos obtuvieron beneficio por su mediación y con su beneplácito despojaron a otros en su propio provecho, profanando la alianza de Dios con sus padres. El ser humano olvida pronto los lazos que le unen a sus hermanos.

Siglos después, la comunidad de Mateo vivió también tiempos incómodos. El año 70 guarda el recuerdo de la destrucción del Templo, centro religioso de Israel, pero también político, por aquel entonces. Roma era ahora la potencia invasora. La nobleza sacerdotal y el Sanedrín gobernaban el país bajo la supervisión del gobernador ocupante. Cuando todo el sistema se vino abajo, los fariseos ocuparon la cátedra de Moisés. Sin monarquía ni sacerdocio, fueron los seglares más piadosos quienes asumieron el control de lo que quedó tras la severa derrota militar que anunciaba ya la definitiva ruina política que habría de llegar años después. Estos seglares no tuvieron mejor criterio que los sacerdotes o los reyes anteriores. Buscaban imponer sus intereses y pretendían aparentar lo que no eran, siendo incapaces de cumplir lo que ellos mismos exigían a los demás. Por ello Mateo recuerda las exhortaciones de Jesús y las actualiza de forma que sean útiles a su gente y en su tiempo: No llaméis a nadie padre,  no os dejéis llamar maestro ni consejero, todos sois hermanos y la única jerarquía real es la del servicio. Pablo agradece la acogida que él y sus acompañantes tuvieron entre los tesalonicenses cuando les predicaron la Buena Nueva sin dejar de trabajar para ganarse el sustento; queriendo no ser gravosos para nadie. Esta entrega fue, según él, decisiva.

En nuestro mundo actual sigue siendo verdad que hay quien, aprovechando su posición, utiliza la palabra de Dios para imponerse sobre los demás. No son personas ni oficios lo que Jesús y Malaquías denuncian, sino esa actitud evasiva y aprovechada. Todavía hoy la conciencia religiosa alienta conflictos armados contrarios a la voluntad de Dios, se le llame como se le llame. Ni Dios, ni Adonay (o Hashem), ni Alá comprenderán la violencia que unos ejercen, otros padecen y los demás consienten. La Iglesia, por su parte, recogió y desarrolló la noción de ministerialidad como servicio a los demás, pero no siempre lo ha vivido así. Por otro lado, encontramos que el canto del salmista resume hoy la vocación del ser humano: conocerse bien para conocer tus capacidades y posibilidades y ponerlas confiadamente al servicio de los demás. Todo lo demás está de más. Entre esas capacidades está la de ganarse la vida para que tus palabras no sean deudoras de nadie. Entre las posibilidades, la de organizarlo todo de modo que no recaigan sobre nadie responsabilidades exclusivas, pues todos somos hermanos. Todos somos corresponsables de nuestra comunidad “doméstica” y de la universal. Dejarlas a ambas en manos de profesionales nos ha conducido a caer en la dejación y en la auto-convicción de que existen cuestiones que quedan fuera de nuestro alcance. Sin embargo, ya dijo el poeta que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”. En la religión o en la política: en la vida, los pequeños podemos más.


Podemos más