domingo, 5 de noviembre de 2017

EN EL CAMINO. Domingo XXXI T.O.



05/11/2017
En el camino
Domingo XXXI Ordinario
Mlq 1, 14–2, 2b. 8-10
Sal 130, 1-3
1 Tes 2, 7b-9. 13
Mt 23, 1-12
Moisés había visto a Dios cara a cara y hablaba de quien había conocido. La autoridad de su cátedra le era reconocida por esta relación especial y la ley que transmitía habitaba también en su corazón; no era algo externo a él. Al contrario, en su vida estaba siempre presente Dios y su especial vínculo con él lo transformó en un hombre nuevo. Siglos después, los escribas y fariseos habían convertido la ley en un adorno, en un signo de distinción y en instrumento de poder. Las filacterias y las franjas de los mantos ya no recordaban ningún camino sino que se habían convertido en elemento de ostentación.
Halakah es la palabra con la que el judaísmo designa a su Ley y su significado literal es “caminar”. La Ley es el camino, la guía en el día a día. La Ley no es algo que te encuentras de pronto, esa es la forma de mirar de los hombres; es aquello que tú construyes con tu caminar en el fondo de tu corazón, eso es lo que Dios ve. Y frente a eso no cuentan los adornos exteriores por piadosos que sean.  Es en su caminar por el desierto donde Israel recibe la revelación de que Dios es el centro de su vida y todos ellos, cada uno, son un punto en el círculo. Todos están a la misma distancia de ese centro, no existe nadie que destaque sobre los demás y el guía de hoy no podrá entrar en la tierra prometida pues ese es el territorio reservado al Ungido, al Mesías.  Allí será él el servidor de todos, encarnación de Dios Amor que se da por entero a cada ser humano sin más mediación.
Existen guías que han perdido este sentido horizontal y piensan que su labor es guiar al pueblo interpretando literalmente lo que valió en el pasado. Si algo tiene el camino es que exige ligereza y no admite grandes equipajes. Existe una parte del pueblo que ha perdido el norte y acepta cualquier guía que mantenga lo que ellos consideran verdadero. Otra cosa que tiene el camino es que cambia constantemente, nunca el paisaje de hoy podrá andarse con los planos del pasado. Este pueblo y esos guías dejaron ya de andar hace tiempo y quedaron presos unos de otros, aquellos por no encontrar otra forma de liderar a éstos que engrosar sus cargas y éstos por no reconocer que aquellos no se seguían ya más que a sí mismos. La Ley, Dios mismo, paso de ser encuentro en el camino a ser juez que necesita ser mediado.
Jesús recuerda con toda claridad que no hay más maestro ni Padre que el propio Dios y que el único elegido es el servidor de todos. Esa es la vida que propone a su comunidad, esa es la nueva ley, el nuevo camino. Ya Malaquías había alertado contra los sacerdotes que aplicaban la Ley a su antojo, profanando la alianza de los padres mientras que, por el contrario, los tesalonicenses supieron acoger el evangelio que les fue predicado como Palabra de Dios que permanece operante en los creyentes, sin confundirla con los mensajeros ni concederles favores inmerecidos. Es imposible atravesar un desierto sin unión y sin una fraternidad activa y real. En el camino la solidaridad es la vida y aquello que potencie ese ser sólidos unos con otros será bien venido: el cuidado de los pequeños y la preocupación por los débiles, la atención a todos y a cada uno, la renuncia al poder y la escucha a todos, la sencillez de saberse en manos de sus hermanos, la responsabilidad de ver la vida de sus hermanos en las propias… En el camino vuestra vida está en las manos de Dios; entre las suyas él sostiene las vuestras.

En el camino

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