jueves, 17 de abril de 2025

LA SEGUNDA PASCUA. Jueves Santo

17/04/2025 – Jueves Santo

La segunda Pascua

Éx 12, 1-8. 11-14

Sal 115, 12-13. 15-18

1 Cor 11, 23-26

Jn 13, 1-15

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En algún momento cercano a la festividad de la Pascua Jesús se reunió con los suyos en torno a la mesa. En las sociedades agrícolas la cena es el momento del reencuentro de quienes han partido a faenar al campo y quienes han permanecido en el hogar ocupados en diferentes tareas. En la calidez de ese contexto de reunión en un ambiente marcado por la agitación de los últimos días y con el peso de toda la conflictividad que ha rodeado la actividad de Jesús durante su vida pública, el maestro quiere resumir sus palabras y sus obras; quiere dejar claro su mensaje, tal vez porque se tema lo peor o porque vea que entre sus discípulos crecen pretensiones totalmente ajenas a lo que él pretendía.

La fiesta de la Pascua conmemoraba la libración de los antiguos hebreos de la esclavitud en Egipto tal como fue narrada en el relato del Éxodo. En aquella noche La sangre del cordero libró a los esclavos de la atrocidad de la última plaga y les franqueó la salida del reino hacia el desierto, camino de la libertad. Hoy Jesús, gracias a Juan, nos propone otra salida más; un nuevo paso desde la libertad a la fraternidad. La liberación es la garantía del amor fraterno. Jesús lo sabía y por eso pasó su vida liberando a la gente de diferentes esclavitudes. A sus amigos les pide hoy abandonar esa imagen de Señor como alguien poderoso a quien hay que servir. Las dudas de Pedro representan las de todos los demás. Tanto tiempo con Jesús y aún no han aprendido que la clave no está en colocarse por encima de los demás sino en estar siempre atentos a sus necesidades. Ellos mismos siguen sin ser capaces de asumir esta nueva forma de ser porque continúan atenazados por sus miedos, inseguridades y criterios anteriores. Están ya limpios de todo, como dice Jesús, excepto de los pies; necesitan aprender una nueva forma de caminar y de llegar hasta los demás. Necesitan liberarse de sus últimas pretensiones triunfalistas y dejar atrás las concepciones sociales y religiosas que todavía les retienen apresados en lo anterior. Es eso anterior lo que condena a Jesús y a la fraternidad real como un sueño ilusorio, pero cuesta deshacerse de ello y situarse a la intemperie de lo que venga. 

Pablo retoma el significado de la sangre y subraya el del pan. Relata el gesto de Jesús del que no fue testigo, pero que le llegó por tradición y es, paradojas de la vida, el primero en ponerlo por escrito. El pan se pone en referencia al cuerpo y el vino a la sangre. La sangre llena ahora la copa de la nueva alianza. Es un gesto arriesgado el de Jesús, dada la repulsión de los judíos a la sangre. Para ellos, es en la sangre donde se encuentra la vida. Derramarla es terminar con esa vida, pero consumirla es introducir esa misma vida en ellos. Beber la copa de esta nueva alianza es hacer propia la vida misma de Jesús. Los discípulos deben vencer el tabú que rodea a la sangre que no es menor que el tabú de dejarse lavar los pies. La invitación de Jesús en esta tarde es a superar nuestras propias barreras y liberarnos de forma que podamos efectivamente liberar a los demás. El amor fraterno pide libertad. La libertad es el primer paso. Si queremos de verdad amar fraternalmente necesitamos superar las limitaciones materiales, sociales y religiosas que nos mantienen sujetos a lo antiguo y nos incapacitan para amar como Jesús amó. La segunda Pascua, la nueva Alianza, pone el acento en las nuevas relaciones entre los seres humanos que Jesús presenta como queridas por Dios y esto era una blasfemia.

 

L
Yongsung Kim, El siervo (2016)

 
 
 

 
 


 

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