sábado, 4 de mayo de 2024

CÓMO SER PAN. Domingo VI de Pascua.

05/05/2024

Cómo ser pan.

Domingo VI Pascua.

Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48

Sal 97, 1-4

1 Jn 4, 7-10

Jn 15, 9-17

Si quieres ver las lecturas pincha aquí. 

Llegamos en este tiempo de Pascua a lo fundamental: Dios es amor. ¿Qué más podremos decir? Todo es consecuencia de esta realidad. Con esta afirmación deberíamos tener bastante. No es que Dios nos ame incluso por encima de nuestro rechazo, ni que perdone cualquier barbaridad que hagamos por ese amor que nos tiene. Es que Dios es amor. Su ser es amar. Y amar es darse a los demás buscando su felicidad. Aunque Pedro aún piensa que es preciso practicar la justicia y temerle, admite que Dios se da sin hacer acepción de personas. El espíritu es Dios amando que desciende sobre todos, sin distingos. El salmista celebra esta realidad: desde la casa de Israel al mundo entero.

La carta de Juan pone en claro este proceso. Dios ama primero y se nos da en su Hijo. No somos nosotros quienes nos ganamos su atención sino él quien derrama su ser sobre nosotros. Del mismo modo, Jesús dice a sus discípulos que ha sido él quien los ha elegido. Y les hace un único encargo: que se amen unos a otros como él los ha amado. El amor es dar la vida por los demás. Y la vida, según Jesús, se da en los actos concretos como el lavatorio de los pies que recordamos solemnemente el Jueves Santo y que Jesús ha realizado ya antes de encomendar a los suyos este amor mutuo. Primero se lo ha mostrado y después se lo ha  confiado con la misma severidad con la que se entrega un mandamiento. También Dios, por medio de Moisés, libero primero a su pueblo y después les entregó el decálogo y, en no pocas ocasiones, tuvo que recordar a aquellas gentes de dura cerviz sus acciones en favor suyo. Es pedagogía divina: mostrar antes de hablar, salvar antes de exigir obrar, amar antes de hablar del amor. El único mandamiento que Jesús nos deja nos coloca a la altura de sus amigos. Nos hace uno de ellos revelándonos como acabar con el mal; como extinguir el pecado.

Aún podemos decir que si Dios se entrega gratuitamente a todos sin importar su gentilidad tendremos que decir que no solo se nos da a nosotros. Se da universalmente y dado que la naturaleza divina nos es inabarcable, también encontraremos inaprensible toda la variedad de sus manifestaciones. Dios es amor, donde se dé el amor está Dios. Poco importarán otras cuestiones culturales, sociales o religiosas. Tendremos que admitir que más allá de cada una de las plasmaciones concretas que vemos en las diferentes tradiciones religiosas Dios está presente en ellas animando a las personas a ser pan para los demás. El Padre anima mediante el Espíritu a ser pan como el Hijo hizo y dijo en y con  Jesús. Así, el Dios único se hace prójimo a todos y se manifiesta en la multiplicidad de tradiciones que buscan alimentar el bien del ser humano. En su forma más acabada este bien se cifra en alcanzar la perfección; esto es, en ser como Dios que se da de forma natural. La naturaleza del ser humano no es preservarse a sí mismo por encima de los demás, sino darse humanamente a los próximos para construir una realidad colectiva, pues surgimos en comunidad. Ese impulso constructivo se da en todas las coordenadas. Ante la pregunta universal por el sinsentido pueden surgir distintas respuestas, pero la que viene de Dios tiene que ver con ese volverse hacia los demás que no les deja caer en el abandono. Allí donde se da, mujeres y hombres se hacen pan para los demás y Dios se hace presente. 

 

Cómo ser pan


 


 

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