sábado, 21 de septiembre de 2019

LA MEDIDA DE NUESTRO CORAZÓN. Domindo XXV Ordinario


22/09/2019
La medida de nuestro corazón
Domingo XXV T. O.
Am 8, 4-7
Sal 112, 1-2. 4-8
1 Tim 2, 1-8
Lc 16, 1-13
 Jesús habla hoy de hacer amigos con el dinero injusto. Nos llama a pasar de la injusticia a la fidelidad; de un sistema en el que la persona tiene el valor de aquello que puede gastar o producir a un marco en el que lo fundamental es la dignidad de cada uno. Jesús se alinea con el profeta Amós que critica los abusos de los comerciantes sobre el pueblo llano. Estos tienen que soportar la avaricia de quienes quieren enriquecerse a su costa y no tienen reparo en trampear en sus transacciones, guardando la ley de Dios a regañadientes, ansiando que pase el sábado y que concluya el novilunio para seguir con sus engaños. Su cumplimiento es pura etimología: cumplo y miento. Cumplo con la letra de la norma y finjo ser buen creyente cuando, realmente, estoy mermando la salud y la integridad de mis hermanos más pobres y necesitados amparando mi actitud bajo el manto de la fe.
También Pablo pide honradez y manos limpias a todos aquellos que se ponen a orar. La oración, todo el culto en su conjunto es bueno y agradable a los ojos de Dios. Todo tiene cabida en él, cualquier lugar es bueno y adecuado para el encuentro personal con Dios a través del único mediador posible Cristo Jesús, hombre como nosotros. Precisamente fue ese hombre,  conocedor  también de las tretas de los abusadores quien recomendó eso de ganar amigos con el dinero injusto ¿Qué amigos? Los anteriormente oprimidos por sus deudas que han pasado a tener que pagar tan sólo lo que es justo, pues les ha perdonado la parte que su señor quería expoliar. Éste ha recibido el precio real, por eso no monta en cólera y admira la astucia de su empleado, tan tramposo como él. Es mejor cobrar eso que mantener una deuda cuyos intereses se multiplican imposibilitando la liquidación definitiva. Y esos nuevos amigos recordarán la intervención del administrador cuando cambien las tornas; siempre cambian. Podemos sacar hoy la conclusión de que nuestra acción debería estar encaminada a reparar la injusticia que el sistema produce. El uso de nuestro dinero no está únicamente destinado a nuestro disfrute, sino a la reparación de la injusticia cometida contra aquellos que han de soportar más peso que nosotros.
Jesús no alaba tanto la actitud del administrador como su ingenio. Si tuviéramos al menos esa misma habilidad para, con talento y gracia, ir dando la vuelta a la tortilla y desmontar el andamio que sustenta tanta injusticia sin desmoronar con él tanta bondad que se cuela entre las grietas. Será poco lo que podamos hacer, pero la fidelidad al Reino en ese poco muestra la medida de nuestro corazón; la fidelidad estando inmersos en ese sistema que Jesús llama “dinero injusto” habla a nuestro favor para que nos sea concedida la verdadera riqueza; luchar por el derecho del aplastado nos revela capaces de acoger nuestra  propia dignidad. Y aún podríamos ver a la Comunidad en la figura del administrador, que no se obsesiona en un rigorismo que ahogue a los creyentes, sino que libera sus deudas aunque no estén plenamente satisfechas¸ que derrocha el amor de Dios prefiriéndolo a una justicia que esclerotice la vida del pueblo. A quien tiene el papel dirigente le corresponde, en lo personal y en lo corporativo encontrar caminos de reunión, no exigir sacrificios que anulen la misericordia. 

La medida de nuestro corazón

No hay comentarios:

Publicar un comentario