sábado, 2 de marzo de 2024

CAMBIAR DE DIOS. Domingo III Cuaresma

03/03/2024

Cambiar de Dios

Domingo III Cuaresma

Ex 20, 1-17

Sal 18, 8-11

1 Cor 1, 22-25

Jn 2, 13-25

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El Decálogo es un pasaje central para la religión judía que ve en él la condensación de toda la Ley. Aunque la revelación de Jesús puso en valor otros criterios, este texto, y su paralelo en el Deuteronomio, han tenido también mucha importancia para el cristianismo. Así, bajo la clásica denominación de los diez mandamientos estas normas han estado presentes en la vida de las Iglesias desde siempre. De estos diez, los tres primeros están referidos al amor a Dios y los otros siete, al amor al prójimo y de estos siete, cinco hablan de acciones concretas y dos de intenciones o deseos. Queda así clara la centralidad e importancia de la acción con respecto al prójimo. Desde los remotos tiempos fundacionales del desierto liberador Dios llama la atención sobre el amor y el respeto al otro expresado en acciones concretas que salven su dignidad e integridad. Aceptar su alianza es comprometerse a no olvidar a nadie y velar por todos. El valor esencial de estas normas es el de construir fraternidad en torno a la experiencia de Dios. Crean identidad y alimentan una raíz única. Tienen, pues, valor religioso, pero también político y social. Son expresión de la naturaleza íntima del ser humano que se encuentra así referido no solo a sí mismo, sino abierto a la trascendencia; a los otros y al Otro. Tanto es así que se encuentran presentes en muchas culturas y tradiciones; tienen un valor universal y podrían unificar a toda la humanidad. Son, prácticamente, ley natural; son, posiblemente, la única legislación evidente para todo el género humano y constructora de fraternidad. Así lo entiende también el salmista que celebra su existencia y canta sus excelencias.

Siglos después, las cosas han cambiado y Jesús protesta de forma enérgica ante la aplicación de la Ley que se ha convertido en ocasión para engañar y robar. Ella misma, la Ley y el decálogo que la sintetiza, se han vuelto una blasfemia, un ídolo que impide ver a Dios a la vez que enriquece a unos pocos y se aprovecha de los demás. El Templo es la otra gran institución que se ha tergiversado pasando a ser el escenario ideal para este comportamiento. Frente a esta sinrazón, Jesús propone un nuevo templo: su propio cuerpo y, en la medida en que es un cuerpo humano, hace presentes también todos los cuerpos. La Ley verdadera está propuesta en beneficio del hombre y la mujer concretos. Más aún, es desde sus cuerpos desde donde emana para  permitir la construcción de un espacio común en el que comenzando por el cuerpo se organice este mundo de modo que sea acogedor para todos y no solo para unos pocos. Este es el sentido de todos los prodigios y signos que Jesús realizó en Jerusalén, pero no parece que la gente terminara de entenderlo. Según Pablo, el apetito por los signos se hizo insaciable y la muerte de Jesús constituyó motivo de escándalo para los judíos; mientras que, para los paganos, todo esto era incomprensible. Rechazar a Dios porque no satisface todos nuestros deseos es habitual. Según seamos más de una mentalidad u otra, el Dios de Jesús puede hacérsenos escandaloso o incomprensible, pero supondrá siempre un reto para nosotros. Estamos llamados a la conversión, a liberarnos de un Dios que nos incapacita para respetar al otro y entregarnos a la instauración del Reino como única alternativa posible a este mundo que re revela incapaz de asegurar la vida para todos.  

 

Cambiar de Dios

 

4 comentarios:

  1. Javier muchas gracias ha paso un tiempo sin que me llegarán tús muy satisfactorios y enriquecedores comentarios .
    Espero poder seguirlos.
    . tcanses de publicaremos

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    1. Muchas gracias a ti, amigo anónimo. He seguido mandándolos cada semana. Espero que puedan llegarte sin problema y sean útiles.
      Un abrazo.

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  2. El final ,quería decirte .
    Que no te canses de seguir informándonos y en señando

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