martes, 5 de agosto de 2025

ASÍ SÍ, PERO NO ASÍ. Transfiguración del Señor

06/08/2025 – Transfiguración del Señor

Así sí, pero no así

Dan 7, 9-10. 13-14

Sal 96, 1-2. 5-6. 9

2 Pe 1, 16-19

Lc 9, 28b-36

Si quieres ver las lecturas pincha aquí. 

El profeta Daniel describe una visión que llegará a ser famosa por ser el lugar donde aparece la expresión Hijo del hombre, “como un hijo de hombre”, referida al enviado divino que terminará por ser el rey cuyo reinado no se extinga. El Salmista afirma que este reinado hace gozar a la tierra; toda la creación se conmueve y celebra la justicia y el derecho que sostienen su trono. Lucas nos trae la narración del episodio de la transfiguración, donde la identidad de Jesús como enviado de Dios resalta con claridad en su codearse con Elías y Moisés. Por un lado, como afirmaba ya el salmista, la justicia proclamada por los profetas y el derecho mosaico encumbran a Jesús y, por otro, Dios mismo, tal como el anciano de la visión de Daniel daba poder a su enviado, revela a los discípulos la identidad escondida de Jesús como Hijo suyo. Finalmente, el autor de la segunda carta de Pedro, enfrascado en la polémica que originó su escrito insiste en ser el propio apóstol que transmite el recuerdo de los hechos, así como la afirmación de que Jesús recibió en ese momento la gloria y la honra que le colocaban en continuidad con los profetas anteriores y le distinguían como luz a seguir “hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones”.

La reflexión teológica afirma que tanto el episodio de la transfiguración como el del bautismo de Jesús ponen de relieve la divinidad de Jesús. La crítica histórica no los acepta como acontecimientos reales y los considera una retroproyección de la comunidad a partir de la experiencia pascual. También esta misma experiencia se interpreta y discute. Esas tres vivencias presentan, en mayor o menor medida, rasgos comunes con esas otras que en nuestra actividad cotidiana, si somos capaces de reconocerlas, nos asaltan y transfiguran lo que hay y a nosotros mismos con ello. Comparten sorpresa y admiración ante la irrupción de lo inesperado; reconocimiento de la plenitud vislumbrada que se expresa en la aspiración a la permanencia en ese lugar o estado; creación de lazos de fraternidad si alguien la comparte con nosotros; temor, inquietud, frente a lo que nos sobrepasa y no podemos controlar, pero que terminamos identificando como positivo; fugacidad, pues tal como se inició, cesa dejándonos donde estábamos. Sin embargo, se impone la certeza de que lo ocurrido nos remite a este mismo lugar y condición; a nosotros mismos, pero ni el lugar ni nosotros somos ya los mismos, sino que hemos saboreado fugazmente la verdadera esencia de lo que es y de lo que somos.  

En aquellas, Dios manifestó la majestad filial de Jesús. En estas nos revela nuestra condición de hijos amados. Eso inesperado que nos ocurre no es lo definitivo, sino su umbral. Es necesario trascenderlo, negarse a acampar allí, y situarse más allá, de lo contrario lo fosilizamos. No se nos da solo para nuestro regocijo, sino como revelación de lo que somos, de lo que el mundo es y de lo que se nos llama a compartir, mostrar y acoger con y en los demás. Es afirmación de lo que es y somos, pero declara que tenemos que serlo de otro modo; así sí, pero no así. Acotar y prescindir de aquello que nos remite a la desazón y crea la disonancia cuando cesa lo que irrumpe es actualizar lo transfigurado; dejarlo brillar y hacerlo tangible. Querer que dure siempre es tomar conciencia de la llamada a hacerlo presente para todos. No es simple cuestión de deber; es fidelidad al propio ser y manifestación de lo universal de ese ser que somos con todos y todo. Es anhelo de plenitud, sed de Dios compartida.

 

Así sí, pero no así

 

 



Con un abrazo para Clara y familia

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