jueves, 28 de diciembre de 2023

SANTOS INOCENTES

28/12/2023

Santos Inocentes.

1 Jn 1, 5 – 2, 2

Sal 123, 2-5. 7b-8

Mt 2, 13-18

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En un día como hoy sería sencillo hablar de los Inocentes haciendo referencia a la desastrosa e inhumana situación que se vive en Palestina. La carga cultural y religiosa que aportan los actores y escenarios del conflicto acentúan esta facilidad. Sería sencillo y es realmente obligatorio no olvidar esa vergüenza que nos salpica a todos; esa y muchas otras.  Una búsqueda rápida en internet nos habla de más de 50 conflictos armados en el mundo en este año que termina. La mayoría de ellos, enquistados desde hace tiempo. El interés de los medios y sus financiadores hace que se hable de unos más que de otros y los televisores y los móviles se nos llenan de imágenes inhumanas. En todas ellas el número de víctimas inocentes es muy elevado. Inocente es quien no ha cometido mal. A pesar de eso se ven envueltos en las luchas de otros y terminan siendo daños asumibles, colaterales. Son quienes pagan los desmanes de otros que,  por diferentes vías, consiguen grandes beneficios.

Sería sencillo hablar de los inocentes aludiendo al sufrimiento de tantas víctimas de guerra porque lo son, no nos engañemos. Quien piense que, en pleno siglo XXI, las guerras tienen todavía algún sentido solo puede hacerlo en atención a sus propios intereses. Pero existen muchos otros inocentes: los que migran buscando un futuro mejor; los que a cualquier edad y en cualquier lugar sufren cualquier acoso o discriminación por cualquier causa; los que se ven en la calle a causa del funcionamiento del orden económico; los que son apartados de las comunidades por la intransigencia de la gente de orden que ve en su forma de vivir un pecado inaceptable; los que sufren condenas desproporcionadas por delitos menores, pero necesarios; los que a la fuerza olvidan su dignidad por conseguir mantenerse gracias a la “misericordia” de otros; los que no son educados para la vida sino para la comodidad, los que trabajan por una miseria para que otros vivan gozando... inocentes no son solo quienes no hacen mal, sino quienes pagan las consecuencias de un sistema que beneficia a unos pocos.

Hoy, sin embargo, sin olvidar a todos estos, llega el momento de descubrir nuestra parte de culpa en tanto sufrimiento. Precisamente porque no les olvidamos. Porque, como dice Juan todos pecamos en mayor o menor medida. Se podrá buscar la definición que nos parezca más canónica o acertada, pero el efecto final es que el pecado produce daño a la gente. Y eso es lo decisivo. Hoy es día para agradecer con el salmista que, por muchos medios y gracias a muchas personas, el Señor nos ha salvado de la fosa. Es día también para disponernos a ser José para muchos otros y estar atentos a las señales y los sueños para poder llevarles a lugar seguro. Tenemos quien limpie nuestro pecado, pero el daño tendremos que repararlo de algún modo, por eso, habrá que ver también como reparar el mal: el que hemos causado y del que somos cómplices. Habrá que romper silencios, suturar heridas y buscar alternativas. Apremia ya transformar nuestra vida para que sea lo más inofensiva posible para todos, sobre todo para las mayorías que, anónimamente, trabajan en beneficio nuestro. Urge alzar la voz frente a tanta barbarie y si hemos de colgar muñequitos que sean de denuncia para señalar actitudes contrarias al amor, a la luz de la que habla Juan; monigotes que identifiquen a quien necesita conversión. A estos habrá que exigirles reparación y a los inocentes habrá que pedirles perdón. Ambas cosas conforman eso que llamamos justicia y que aún no entendemos de modo divino.


Santos inocentes. Grabado en madera de Julius Schnorr von Carolsfeld (1860)


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