29/06/2025 – Pedro y Pablo
Cosas de la fe
Hch 12, 1-11
Sal 33, 2-9
2 Tim 4, 6-8. 17-18
Mt 16, 13-19
Si quieres ver las lecturas pincha aquí
Una interpretación teñida de matices conspiranoicos vería en el párrafo de Lucas el intento de la comunidad ancestral de subrayar la autoridad de Pedro por encima de otros. A él le ha salvado Dios de la prisión y de la muerte que no le evitó a Santiago. No en vano afirma Mateo que sobre él se edificará la Iglesia. Fue liberado, como el mismo Israel, en torno a la fiesta de la Pascua y a partir de ese momento el apóstol convirtió su necesidad de huir en motivo de itinerancia siguiendo así los pasos de Jesús y representando el polo opuesto a la comunidad de Jerusalén, dirigida por otro Santiago, el hermano del Señor, que no pudo revertir sus marcados rasgos conservadores e intransigentes. Otra lectura más inocente vería en este episodio el apoyo decisivo de Dios en tiempos de necesidad. No impidió el sacrificio de Santiago como no evitó el del propio Jesús, pero escuchó la oración de la Iglesia y estuvo atento a las desventuras de Pedro, el elegido, según Mateo, por su profesión de fe, y cuidó de él de forma extraordinaria. ¿Cuál de ellas será la verdadera? Así vistas, ninguna pero ambas podrían serlo si las combinásemos. La fe nunca es cosa partidaria.
Que la comunidad relate su propia experiencia buscándole un sentido no es algo extraño; toda la Biblia es la narración de una vivencia colectiva y en esa aventura se descubre la intervención de Dios que, dependiendo de la ocasión, se interpreta como guía, advertencia, castigo, confirmación o innovación. Con Jesús se inició un nuevo modo de acercarse a los demás que dejaba atrás todo lo esclerotizado. Que el camino más adecuado fuese el de Pedro puede ser discutible, pero la verdad histórica es que otras tendencias, por diferentes circunstancias, no consiguieron desarrollarse. Las comunidades paulinas dejaron un amplio registro en las páginas del Nuevo Testamento y planteaban, sin ambigüedad alguna, una apertura indudable, pero el mismo Pablo se consideraba sujeto a la autoridad apostólica. Eso no le impidió, como sabemos por otros textos, enfrentarse al mismo Pedro cuando consideró que su actuación no era acorde a esa nueva forma de ver el mundo. Del fragmento de Mateo podemos señalar similares interpretaciones que las vistas en el de Lucas y podemos añadir aún más: ¿será que la confrontación de Pablo denuncia la falsedad de esa preeminencia de Pedro sobre los demás? ¿No se equivocaría Jesús al señalarle? O ¿No será más bien que gracias a Pablo Pedro se mantuvo fiel a lo que se esperaba de él? La fe nunca es cosa solitaria.
Es muy posible que quien recibe un encargo explícito necesite que alguien le haga ver que es demasiado sencillo volver a los antiguos senderos y atar lo que debería quedar libre. Cualquier dirigente debería agradecer una crítica sincera de sus cercanos; todos deberíamos hacerlo. Las llaves abren puertas, pero no solo para entrar, también para salir y encontrarte con los demás. Si cerramos la puerta y nos atrincheramos tras las barricadas será imposible hacer real el encargo de Jesús de expandir el Reino. Es fácil rezar el salmo de hoy y pensar que con eso está ya todo. Hacen falta amigos y compañeros capaces de decirnos la verdad, aunque algunos nos fallen como le fallaron al autor de la carta a Timoteo. La vida está en la sencillez de los caminos compartidos. En ellos cada uno ofrece lo propio de su genio pero no se cierra a ser interpelado ni a interpelar él mismo cuando sea necesario. Ante las dificultades de la construcción común: agradecer por unos y dejar ir a otros.
![]() |
Pedro y Pablo |