sábado, 24 de junio de 2023

COMO TIENE QUE SER. Domingo XII Ordinario

25/06/2023

Como tiene que ser

Domingo XII T.O.

Jer 20, 10-13

Sal 68, 8-10. 14.17. 33-35

Rm 5, 12-15

Mt 10, 26-33

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Jeremías expresa hoy la confianza que tiene en el Señor. Su actividad profética ha suscitado la ira de sus vecinos, que se alzan contra él por haber denunciado su confianza mágica en el templo y sus rituales. El salmista se sitúa en esa misma fe: El Señor no me va a abandonar. Pero su actitud es ya diferente de la del profeta: él no pide venganza ninguna; simplemente se refugia en Dios y se pone en sus manos esperando que por su fidelidad y misericordia no le abandone. A los humildes. Los pobres y cautivos invita a tener la misma determinación. Esa vivencia es también la de Pablo, quien afirma que por grande que sea el mal y por mucho daño que pueda hacer, mucho más grande y poderosa es la gracia y la misericordia de Dios que en Jesús se nos hizo don encarnado. Esa sola experiencia humana bastó y sobró para darle la vuelta a todo; para cambiar el rumbo de la humanidad, por difícil que sea percibirlo en muchas ocasiones.

De esa oscuridad es de la que nos habla Jesús a través de Mateo. De la oscuridad y también del cuidado de Dios por cada uno. No temáis, dice, pues importáis mucho más que los pajarillos y si el Padre vela por ellos cómo no va a velar por vosotros. Esta esperanza es la que debe gritarse desde los tejados. La convicción íntima de esta custodia es la que alienta en momentos de incertidumbre y angustia. Lo decisivo está en ponerse de parte de Jesús ante los hombres, pero esa opción se identifica poco con la magia y ritualidad que criticaba Jeremías. Como sabemos, Jesús habló de eso que llamamos juicio final, también en este mismo evangelio, haciendo referencia a la misericordia volcada sobre los demás. No es el nuestro un Jesús permisivo, sino que, a la tarde, examina en el amor. No existe más criterio. Confesarle en este mundo desquiciado es ponerse de parte de los suyos, de sus preferidos.

Este es el amor llevado al extremo, es la divinización del ser humano. La famosa omnipotencia de Dios consiste en que todo aquello que el amor pueda hacer será hecho en la medida que el egoísmo sea dejado atrás. Esto coloca al discípulo en una situación delicada. No habrá nunca actuaciones milagrosas que nos salven ex machina, en el último instante; tal como Jesús, el creyente no podrá vivir lejos de la amenaza. Como Jeremías y todos los profetas, Jesús fue siempre molesto porque desde las azoteas, las plazas y los campos denunciaba la maldad sin que nada pudiese socavar su confianza en el Padre. Del mismo modo, cualquier creyente verdadero será siempre un incordio y en medio de la oscuridad y del mal del mundo, la gracia sobreabundará para que su ánimo no decaiga, para que encuentre sentido a su penar y para que su fidelidad se mantenga firme. No es que todo vaya a ir bien; posiblemente todo sea un desastre, un fracaso como fue la vida del propio Jesús, sin embargo, todo estará bien, todo será como tiene que ser, porque el acoso es el estado natural en el que el profeta vive, pero en medio del caos percibe la lógica el amor que le lleva a ser él mismo, ella misma, amor que se ofrece y que, amando omnipotentemente, consiguiendo lo imposible. No hay otro milagro. Ya no hay fidelidad a un Dios externo que se impone, sino descubrimiento de la verdadera naturaleza que permanecía oculta y que se reconoce a sí misma en la medida que se despide de la individualidad para construir una nueva fraternidad.


Como tiene que ser


2 comentarios:

  1. Sólo el grano caído que se abre y permanece en apertura o su intento, da fruto...

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    1. Gracias, Carmen. Especial resonancia en ese "caído" que aportas.

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