domingo, 7 de mayo de 2017

Domingo IV de Pascua



07/05/2017
Domingo IV Pascua
Hch 2, 14a. 36-41
Sal 22, 1-6
1 Pe 2, 20-25
Jn 10, 1-10
A cada uno llama personalmente Jesús, como saca el pastor a cada oveja del aprisco. No estamos disueltos en una masa amorfa, sino que a cada corazón llega el silbo del pastor. Es apelación a nuestra propia responsabilidad para comprometernos en seguirle más allá de los muros protectores de la majada. Nos refugiamos en el anonimato de la costumbre pensando ponernos a salvo del mundo y sus tentaciones pero Jesús nos insta a dejar ese refugio y, en su nombre, sumergirnos en la realidad que sigue clamando desde la infinita oscuridad de las amenazantes cañadas.
Sabemos quién nos guía, conocemos a aquél de quien nos hemos fiado, conocemos cuál fue su suerte; tras sus pasos recorremos los caminos y de su mano aceptamos a cuantos llegan siguiéndole desde otros rediles, como nosotros, muertos ya al pecado. Pecado es el aislamiento en sí mismo, la cerrazón frente a Dios y el hermano. Los muros de este aislamiento fueron ya derrumbados en el mismo momento que se rasgaba el velo del Templo. Nuestro ovil es ya tan sólo la ruina de esa pecaminosa protección que anhelábamos. El mundo es nuestro nuevo hogar, allí ungirá Jesús nuestra cabeza con perfume mientras acogemos y arropamos a todos aquellos hermanos de quienes no podremos ya desentendernos.
Él es la puerta que nos conduce más allá de nosotros mismos; nos sumergirnos en él para desde él resurgir lanzados hacia la vida, hacia la mesa dispuesta frente a nuestros enemigos, a los que acogemos con el mismo acto de amor que él tuvo con nosotros. Hasta las fuentes tranquilas y los pastos frescos llegaremos de la mano de las víctimas del ser humano, tendiéndosela también a sus victimarios, pues a todos convoca el pastor y cada uno debe reconocer su falta. Sólo ofreciendo esa mano podremos escapar de la perversión de nuestra generación; no existe salvación si no se acoge la definitiva justicia que muestre públicamente el corazón de cada uno y le haga consciente del verdadero alcance de su obrar.

1 comentario:

  1. "No nada,
    nada plena
    de infinita ternura,
    incomparable habitáculo,
    habitada...
    Presencia,
    simple, del Ser,
    saberme libre,
    liberada...
    Voy llegando,
    a ti, sin ti, sin nada,
    vacía y vaciada...
    Traspaso
    tu rama cruzada."

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