sábado, 29 de junio de 2024

MÁS VIDA. Domingo XIII Ordinario

30/06/2024

Más vida.

Domingo XIII T.O.

Sb 1,13-15; 2, 23-24

Sal 29, 2. 4-6. 11. 12a. 13b

2 Cor 8, 7. 9. 13-15

Mc 5, 21-43

Si quieres ver las lecturas pincha aquí 

Existen afirmaciones que deberíamos tatuarnos en algún sitio bien visible para que no pudiéramos olvidarlas jamás. La que hoy nos transmite el libro de la Sabiduría es una de ellas: “Dios lo creó todo para que subsistiera”. La muerte es ajena a esta voluntad y el ser humano fue creado para la incorruptibilidad. Está hecho a imagen de Dios y su justicia le da la inmortalidad. Esta justicia no es solo un valor moral; es la forma de vivir propia de Dios que preserva a sus criaturas del mal; de la muerte, entendida en un sentido amplio. Esta misma convicción es expresada por el salmista.

Jesús actualiza esta voluntad y actitud divinas. Actualizar es poner en acto; llevar a la práctica; hacer real. Jesús aparece hoy liberando de la muerte en dos sentidos diferentes. Los exégetas discuten acerca de si son episodios reales o no, pero nos parece más interesante subrayar que estos hechos prodigiosos están dirigidos a obtener una vida sana para la mujer y la niña. La mujer con hemorragias no sólo estaba castigada por la enfermedad, sino que además estaba marcada por la impureza. Su vida debía ser muy complicada y solitaria, además de enferma había sido señalada y rechazada como maldita durante doce años. En esta curación Jesús ha hecho más bien poco, pero la justicia de Dios actúa por sí sola cuando se le deja vía libre. En el caso de la niña, Jesús actúa movido por la fe de Jairo. La justicia de Dios es misericordiosa y se conmueve ante el dolor de los seres humanos. Es este dolor el que impulsa a Jairo a poner su confianza en Jesús. Poco le importa que con doce años su niña apenas cuente en ese mundo tan duro. Confiar es tener fe; es apoyarse en alguien y no ceder a la desesperación. Es no rendirse. La mujer quería vivir en paz y Jairo quería que su hija viviese. Dios quiere lo mismo que ellos querían y ni la muerte social ni la física son realidades insalvables para él. Quiere que sus criaturas vivan en plenitud ya aquí; en esta vida.

La injusticia es darle la vuelta a esta perspectiva divina; a su voluntad. Pablo pide generosidad para actuar con valores contrarios a los de este mundo de forma que al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba. Esto solo es posible cuando se pone en práctica la bondad y se renuncia al propio enriquecimiento. No obstante, de forma contraria a ciertos excesos y salidas de tono, Pablo advierte sobre una prodigalidad que ponga en peligro esa misma voluntad divina para nosotros mismos. Es sencillo caricaturizar, incluso ridiculizar. La pobreza de Jesús no atenta contra su persona, sino que le pone en disposición de conocer y amar más. La renuncia que no me lleve al otro es masoquista. Es esa actitud divina que Jesús cultiva para acercarse a todos la que puede hacer, según la vamos haciendo vida en nosotros, que nuestra justicia, nuestra perspectiva, sea igual a la divina. Si todo nuestro esfuerzo no termina produciendo un cambio que proporcione más vida caeremos en la farsa. Que nadie se vea señalado por convicciones contrarias a su dignidad personal y que todos puedan ser valorados de forma que no se escatime en recursos para que puedan ponerse en pie y cubrir sus necesidades. Dios es el garante último de todo esto y cuando todos hayamos ya desistido él se mantendrá aún fiel, pero ansía que no pongamos impedimento alguno para que esta situación se cumpla ya aquí. 



























No hay comentarios:

Publicar un comentario