sábado, 12 de abril de 2025

SOBRE LA AUTENTICIDAD. Domingo de Ramos

13/04/2025 – Domingo de Ramos

Sobre la autenticidad

Is 50, 4-17

Sal 21, 2a. 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

Flp 2, 6-11

Lc 22,14 – 23,56 

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Posiblemente, habrá pocos resúmenes mejores para mostrar el valor de una vida humana como el que nos ofrece el evangelio de hoy: “Realmente, este hombre era justo”. La justicia de este ser humano del que se habla es la justicia misma de Dios. Si hubiese sido una justicia humana en algún rincón hubiese encontrado amparo. Sin embargo no fue así. El discípulo, nos dice Isaías, tiene una forma de escuchar distinta a la de los demás. Escucha a Dios que le va indicando dónde y cómo utilizar su lengua de iniciado. Habla lo que solo él y Dios conocen y lo hace en el momento preciso y ante la persona que lo necesita. Sabe también que su labor le traerá dificultades, pero no retrocede ante ellas; al contrario, endurece su piel como el pedernal. Sufrimientos llegarán, pero no le harán retroceder. Así lo certifica el salmista.

Los especialistas discuten acerca de la identidad de este justo. Los primeros cristianos, de forma muy temprana, lo identificaron con Jesús. Su vida fue un continuo transmitir el consuelo de Dios a quien lo necesitase y con ello reveló definitivamente el amor expansivo del Padre. Dios no es ese ser justiciero hasta el sadismo con el que algunos tenían acogotado al pueblo. Así, ocurrió que el poder religioso vio tambalearse sus cimientos y recurrió a la autoridad del político para socavar esa nueva revelación. La política suele ser descreída hasta la indolencia, pero es cobarde por naturaleza. También en el caso de Jesús lo fue y su condena obedeció a ese básico principio de supervivencia de la cosa pública: “Que no vengan a decirme que no he defendido lo correcto”; “Que no puedan achacarme falta alguna que perjudique mi carrera”. Cuando la religión se ve reducida a la búsqueda de seguridades que se logran con el cumplimiento escrupuloso y la política llega a ser un intercambio de favores que olvida el bien común para centrarse en un astuto cálculo de beneficios, ambas realidades se transforman en poder que busca imponerse sobre lo demás. Jesús, este justo, fue víctima de una forzada alianza entre ambos poderes.

Jesús, este justo, siguió el principio divino de actuación. Pablo nos habla del vaciamiento que protagonizó. Fue un acto personal que le llevó mucho más allá de lo particular. Siendo un buen hombre, incluso un hombre heroico, fiel a sus principios, Jesús no habría llegado a donde llegó. Vivió permitiendo manifestarse al Dios que en su interior le hacía ser mientras descubría esa identidad única. Dejando ser a Dios en y desde él se dejó ser a sí mismo alcanzando la fidelidad absoluta a lo que era. Las mujeres en el camino, el malhechor ajusticiado y el soldado extranjero captan esa autenticidad que para los demás pasa desapercibida. En cambio, quienes le recibieron entre palmas y cantos de alabanza han quedado atrás seguramente porque se decantaron por alguno de los otros dos poderes; no por este de la fidelidad que te hace ser lo que en verdad eres. El ser humano auténtico no se deja poseer por seguros tranquilizadores ni busca medrar por delante de los demás; muy al contrario, comprende que la relación con Dios le lanza hacia los demás sin protección y le induce a la alianza con quienes buscan el bien para todos. Renuncia a la exclusividad en favor de la comunitariedad reparadora que se construye para acoger a todos y para el acompañamiento mutuo en el camino hacia la globalización de la plenitud colectiva.  

 


Domingo de Ramos    





 

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