martes, 13 de febrero de 2024

ES EL TIEMPO FAVORABLE - MIÉRCOLES DE CENIZA.

14/02/2024

Es el tiempo favorable - Miércoles de ceniza.

Jl 2, 12-18

Sal 50, 3-6a. 12-14. 17

2 Cor 5, 20 – 6, 2

Mt 6, 1-6. 16-18

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Joel nos recuerda hoy que Dios es clemente y compasivo; lento a la cólera y rico en amor. Y sin embargo, sigue invitando a grandes penitencias y ayunos. Está bien reconocer la necesidad del cambio, pero tal vez era demasiado pronto aún para dejar atrás prácticas que, desde siempre, habían acompañado este movimiento de conversión. Todavía pensaban en ganarse el favor a base de mortificaciones. En esas mismas coordenadas el salmo es la expresión penitencial por excelencia. Reconocer el error es ciertamente el primer paso, pero es solo el inicio. Es el corazón el que hay que rasgar; no los vestidos. La intención está.

Jesús la va a profundizar y nos recuerda que frente a la espectacularidad corporativa surge la intimidad como reducto de sinceridad donde puede darse la excelencia. Y comienza hablando de la justicia. ¿Qué conversión sería una que no cuidase la justicia? ¿Qué justicia sería la que no pudiese contrastarse indubitablemente? Y el criterio de veracidad no se encuentra, tampoco aquí, en los grandes gestos, por mucho que nos guste ir de salvadores por la vida. Practica la limosna, pero no des aquello que te sobra, sino aquello que necesitas y sin ufanarte de ello; sino casi sin ser consciente, como quien da sin hacer cuentas, sin reservarse nada; como quien más que dar se despoja. Del mismo modo, ayuna sin ostentación; con la discreción de quien comparte sin avergonzar; de quien ofrece lo que tiene con la sincera intención de que nadie pase hambre. No es posible vivir así sin orar; sin tener un contacto personal con Dios, pero ante la realidad así vivida se nos acaban las palabras y cualquier discurso aprendido queda vacío. En los versículos que faltan entre el 6 y el 16, Mateo coloca su versión del Padrenuestro. Es un modo nuevo de situarse ante la vida. Es un soporte fundamental para esa justicia que pide Jesús. De lo contrario, la nuestra no será muy diferente de la justicia de los otros; ni nuestra limosna, ni nuestro ayuno, ni nuestra oración.

Es necesaria la intimidad y la vivencia del Dios que habita en lo secreto y preserva la integridad de la vida y de la lucha. Ahí es donde caeremos en la cuenta de cómo ser justicia de Dios en Cristo. Quien no conoce el pecado, quien no se deja dominar por él, terminará siendo pecado; terminará tratado como un malhechor, como un inadaptado que debe ser eliminado. Así le pasó a Jesús el Cristo, que se convirtió en el enemigo a batir. Así, también la sociedad consumista de hoy elimina, asimilándolo, cualquier intento de crítica que intente desestabilizarla. Ya lo hizo, acuérdate, con la revolución pacífica del movimiento hippie que fue absorbida, digerida y comercializada convenientemente; con la furia del punk que quedó anulada en cuanto comenzó a ser rentable; con algunos cantautores, poetas y dramaturgos, antiguos profetas en escena, que  fueron domesticados por el tiempo y la necesidad; con ciertos líderes comunitarios que dejaron atrás sus raíces, y a su gente, cuando tuvieron ocasión de prosperar; con cabecillas sociales que al alcanzar el poder político quedaron enredados en los engranajes de la maquinaria; con no pocos creyentes sinceros que habían planteado una alternativa al sistema deshumanizador del imperio pero naufragaron en la marea del reconocimiento y la invitación a construirlo todo a su medida… Todo terminó en ceniza y, sin embargo, Dios sigue murmurando secretamente a muchos: “Es el tiempo favorable; es el día de la salvación”

 

 

Es el tiempo favorable.

 

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