viernes, 2 de febrero de 2024

MEDIDAS. Domingo V Ordinario

04/02/2024

Medidas.

Domingo V T.O.

Job 7, 1-4. 6-7

Sal 146, 1-6

1 Cor 9, 16-19. 22-23

Mc 1, 29-39

Si quieres ver las lecturas, pincha aquí 

Pocas tribulaciones son tan famosas como las de Job y sin embargo, parece ser que son, en gran medida, mal entendidas. Para sus amigos son resultado de su mal comportamiento, o el efecto heredado de alguna transgresión. En el pequeño fragmento que hoy nos acompaña Job se muestra convencido de estar, como todos, prestando un servicio. Pese a todas sus adversidades, lo suyo es un trabajo provechoso. Pero, sin acritud, percibe ya cercano su fin y se prepara para el final. Toda vida, incluso la que al mundo le parezca más inútil, es un servicio; es capaz de mostrar a Dios al mundo. El salmista nos muestra cómo: dejando que él sane el corazón destrozado. El cuerpo de Job está hecho trizas, pero su corazón rebosa. No es el éxito el que habla de Dios, sino la integridad, la dignidad y la responsabilidad. Nuestro destino puede ser cualquiera, pero ni está ya escrito ni es resultado de un juicio impasible. En medio de toda nuestra realidad Dios quiere sanar nuestro corazón para que no decaiga y seamos lo que verdaderamente somos.

Y funciona tanto para lo malo como para lo bueno. Jesús podía haber muerto de éxito aquella mañana pero supo apartarse y mantenerse íntegro sin ceder a la tentación del triunfo rápido. Él era predicador y sanador. Y era de los que con-padecían. No podía dejar de hablar ni de curar porque el mal ajeno le dolía más que el propio y la distancia, el temor, que separaba a sus contemporáneos del Padre le pesaba como una losa. Así, antes de dejarse encontrar y tras confrontar los recientes acontecimientos con la vocación primera, continúa su viaje por los caminos galileos, porque para eso había salido; no para quedarse a mitad y que todos tuvieran que ir a búscalo a él. Esta capacidad de responder por encima de todo, su responsabilidad, es la que fundamenta su dignidad de Hijo de Dios. Vive y da lo que es. Jesús lo hace todo con la sencillez de las almas más grandes. Pablo, en cambio, le añade dramatismo al asunto. Como Job, está viviendo un momento duro y su fogosidad se trasluce en sus palabras. Tiene que defender el valor de su testimonio frente a quienes le acusan de ser un charlatán sin autoridad alguna. Afirma que desde el momento de su conversión, una vez liberado por el mismo Jesús, se ha hecho esclavo de todos  sin aceptar ningún privilegio por causa del Evangelio como otros sí parecen hacer. En esto, Pablo se parece mucho a la suegra de Pedro: Se pone en pie y comienza a servir. Renunciando a todo es libre de acercarse a todos y vivir con ellos.

Liberarse de la apariencia y los criterios del mundo es el primer requisito para anunciar con verdad la Buena Nueva de la extensión del reinado de Dios. Tal como el propio Pablo afirma, esta dedicación permite vivir el Evangelio y participar de sus bienes. En la medida en que dejamos espacio para los demás desprendiéndonos de ideas preconcebidas, de privilegios, de criterios y estrategias para, como Pablo, acercarnos a ellos con sinceridad, el Evangelio se convierte en descubrimiento personal que anima y conforta. En la medida en que, pese a las apariencias y acontecimientos, confiamos en Dios, nuestro corazón, como el de Job, vive sano y dispuesto a todo. En la medida en que, como Jesús, respondemos a nuestra inquietud fundante, descubrimos en qué pozo beber y nos hacemos, sin siquiera percibirlo, predicadores y sanadores. En la medida en que vivamos fieles al Evangelio nos salvaremos del éxito.

 

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