sábado, 17 de agosto de 2019

LA ALTERNATIVA. Domingo XX Ordinario.


18/08/2019
La alternativa.
Domingo XX T.O.
Jer 38, 4-6. 8-10
Sal 39, 2-4. 18
Hb 12, 1-4
Lc 12, 49-53
Para cualquier profeta es molesta su vocación. Se hace imposible mantenerse fiel a la Palabra y cosechar el éxito tal como el mundo lo entiende. Así son las cosas: dime cuanto éxito y reconocimiento consigues y te diré cuán lejos estás del reino de Dios. Todo verdadero profeta es incómodo. Es, en verdad, lo más parecido al tábano que nunca puedes abatir y siempre termina por morderte. A Jeremías, en esta ocasión, quisieron sepultarlo vivo en el lodo y Jesús anuncia que ha venido a traer fuego para incendiar este mundo. Pese a su maltrato, Jeremías no varió su postura ni un ápice, dando testimonio de fidelidad a la misión recibida y Jesús, siendo plenamente fiel, se muestra además impaciente por que el mundo arda. Fidelidad e impaciencia son características propias de los enviados. Y han sido cientos los enviados que nos precedieron. Todos ellos conforman esa gran nube de testigos que nos sirve de modelo. Tal como ellos hicieron, corramos también nosotros nuestra propia carrera a imagen del propio Jesús que nos precede a todos.
Y sigamos el ejemplo de Jesús para todo. Lo que Jesús vino a ofrecer fue una alternativa: la gran alternativa. En su tiempo, la sociedad se había desarrollado dejando fuera a gran cantidad de gente que se veía obligada a subsistir como pudieran. Aunque ahora, nosotros, estamos mejor que ellos, no hemos conseguido superar ese lastre tan descorazonador. No sólo no lo hemos superado sino que, entre todos, lo hemos universalizado. En tiempos de Jesús era corriente que la organización religiosa conviviese más o menos pacíficamente con esta realidad pese a que los profetas llevasen años criticando esta situación. Aunque ahora, entre nosotros, nadie podría honradamente hablar de un desentendimiento de las instituciones religiosas respecto a las necesidades del mundo, sí podríamos plantear la cuestión acerca de cómo entendemos la religión para haber hecho de ella algo tan alejado de la simplicidad del evangelio: “Que todos tengan vida”.
Si Jesús tenía prisa por quemar el mundo no era por desertizarlo, sino por eliminar el rastrojo que impedía convertirlo en un terreno verdaderamente fértil. Jesús ofrece la alternativa que el Padre le ha revelado; la alternativa a nuestra primera respuesta. Dios habla, se revela de distintas maneras y el ser humano construye su respuesta con lo que tiene a mano, con aquello que conoce. Toda religión es una respuesta humana y es limitada, y por algún lado falla. Jesús ofrece su alternativa: deja atrás todo aquello que ya sabemos que no funciona y, en su lugar, coloca en el centro al ser humano más empobrecido y desvalido y de ese último ser humano te llegará el único reconocimiento seguro para confirmar tu andadura por el buen camino. Esa es la verdadera religión predicada por todos los profetas y el criterio de autenticidad. Ya sea que hablen bien o mal de ti, pregúntate quien lo hace y tendrás tu respuesta. Antes de aceptar premios o reconocimientos, pregúntate quién te lo ofrece y si con eso los últimos avanzan mucho o poco. Al profeta auténtico le queda tan sólo el consuelo del salmista, saber que Dios le levantará de la fosa, pero le sigue consumiendo la impaciencia por ver el mundo arder. El motivo de la impaciencia de Jesús es poner fin al sufrimiento de tantos, porque ese es el fin de cualquier religación con lo divino: Que todos sonriamos juntos. 

La alternativa

No hay comentarios:

Publicar un comentario