sábado, 31 de julio de 2021

EL HAMBRE Y LA FE. Domingo XVIII Ordinario.

 01/08/2021

El hambre y la fe.

Domingo XVIII T. O.

Ex 16, 2-4. 12-15

Sal 77, 3. 4bc. 23-25. 54

Ef 4, 17. 20-24

Jn 6, 24-35

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Jesús desenmascara a esos seguidores que solo van tras él por haberse saciado. Ni siquiera les importan los prodigios, dice, únicamente buscan su propia hartura. Para tener miles de seguidores sólo hay que ser capaz de ir un poco más lejos que cualquier otro y calmar la insatisfacción que anida en el interior de los corazones. Pero ese es un hartazgo que dura poco: siempre vuelve a despuntar el vacío que en muchos hombres y mujeres se va extendiendo como un desolador yermo interior. Hubo una época en la que al caminar por el desierto todos podían recoger carne por la tarde y maná por la mañana, es decir: el día entero. Nadie quedaba desprotegido y todos recolectaban según su necesidad. La necesidad física es la otra cara de la moneda. Muchas veces no queda tiempo para saciar la sed de ser que todos sentimos en nuestro interior, porque lo perentorio es simplemente la sed. También aquí nos vale la referencia a las codornices y al misterioso maná. El alimento que Dios da es suficiente en cualquier caso, físico o anímico, siempre que no se quiera acumular en exclusiva. La fe dice confianza, no acaparación. Unos buscan perentoriamente pan; otros, pan que sacie.

Esta doble perspectiva es propia del cuarto evangelio. Ante ella podemos preguntarnos si no habrá manera de conjugar ambas realidades y esta lectura de hoy nos da la respuesta: “la comida que permanece y da la vida eterna” es hacerse comida para los demás. El vacío existencial en el que muchos se mueven les impulsa a buscar continuamente alguien o algo a quien seguir. Es una suerte de peregrinación en la que tan sólo se percibe la voracidad de ese hueco insaciable. Y estos son los que, como a Jesús, nos preguntan qué señal tenemos para ofrecerles. No importa qué señal sea, pero recuerdan que Moisés consiguió de Dios el maná y cualquier signo puede ser un indicio que les indique que es aquí donde puedan colmar sus ansias. Jesús, sin embargo, no quiere ofrecer pruebas porque eso sería lo mismo que convertir piedras en panes y ya sabemos que ese es mal método. Sin embargo, afirma que la única obra buena es creer en el enviado: aceptar su estilo de vida, adoptar su mismo proceder. Es hacerse obra uno mismo y renunciar a la antigua manera de vivir. Tenemos, nosotros igual que ellos, que potenciar la nueva condición humana: ser la imagen de Dios que somos. Para eso, nos recuerda Pablo, hemos conocido a Cristo.

Jesús convoca a todos los que tienen hambre y sed. Unos no pueden ignorar los zarpazos de esa condición de hambrientos. Otros aún no saben cuál es su hambre, pero viven heridos por su propia insatisfacción. Para estos, la única terapia posible es transformarse en Moisés, dejar de buscarse por encima de todo lo demás y recordar que el prodigio no es obra suya, sino de Dios que se comunica y libera a través de ellos. Potencian así las criaturas nuevas que son y transmiten a todos los demás un valioso mensaje de compañía y estímulo: “No estás solo; eres imagen de Dios llamada a actualizarse para hacer del mundo un lugar mucho más habitable para todos.” Colmar el alma y aquietarse es el resultado de ir hacia el pan de vida y creer en él; la transformación del mundo que consigue aplacar definitivamente el hambre de los demás es el efecto que esa fe produce.


El hambre y la fe


sábado, 24 de julio de 2021

ATRAVESAR LA OSCURIDAD. Domingo XVII Ordinario - Santiago

 25/07/2021

Atravesar la oscuridad

Domingo XVII T.O. - Santiago

Hch 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2

Sal 66, 2-3. 5. 7-8

2 Cor 4, 7-15

Mt 20, 20-28

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“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Ellos tienen su propia forma de hacer las cosas y piensan que sentarse a la derecha o a la izquierda del maestro es conquistar la certeza de estar en el buen camino. Mientras tanto, los demás tienen la evidencia de que no andas errado. El resultado evidente de esa certeza reconocida es el poder. Siempre ha sido uno de nuestros puntos más flacos. Instalarse en él es reconocerse unos cuantos escalones por encima de los demás y esa fractura en la fraternidad nos abre el camino a buscar siempre nuestro propio beneficio; porque nos lo merecemos. Así ocurre con los gobernantes del mundo, es evidente. Pero también  nosotros, a pesar del encargo expreso de Jesús, nos calzamos demasiadas veces el mismo perfil autoritario que ellos; porque tenemos razón. Y entre tener razón y ser mensajeros de la verdad hay un paso muy corto.

Pablo nos dice que somos frágiles portadores de un tesoro. Él habla de persecuciones porque esa fue su experiencia. Y, pese a todo, resiste sin rendirse. Aquí vendrá bien recordar que a él le hostigaban sus antiguos correligionarios por considerarle un traidor, pero también lo hacían aquellos cristianos que se identificaban aún con la sinagoga y no entendían que su fe debiera ponerse al alcance de paganos. Habla de una muerte que nos dará la vida. Morir fue para él una amenaza real y para Santiago y otros una realidad consumada. Para nosotros, aquí, es reconocerse vasija de barro y no ceder al impulso vital que nos llevaría a creernos autores de la obra. Entre eso y creernos con derecho a  organizar la vida de los demás hay también un paso muy corto.

Y pasito a pasito se va haciendo un camino que puede alejarnos mucho de la intención original que Jesús iba explicando. Hay que beber su mismo cáliz: hacerse disponible para todos, incluso para los malos, que siempre son los otros. Hay que servir a los demás y no dejarse servir por ellos. Y muchas veces tendremos que repetirnos este “no te dejes servir”. Y tendremos que repetirnos también ese “Creí, por eso hablé”. En esto se basa todo: la autoridad surge de la autenticidad que aflora sin más pretensión que compartir la propia experiencia y ser útil en la construcción de un mundo que se halla siempre en camino. En camino hacia donde el sol se pone, porque lo nuevo sólo puede surgir de la oscuridad que deja lo ya conocido cuando se agota. Ya sabemos lo que este sistema de iluminado ordeno y mando da de sí; hay que suscitar, desde el caos que origina, un amanecer en el que lo diferente prometido pueda hacerse presente. Vivimos en permanente peregrinación hacia el finis terrae, como el Santiago de la leyenda, para agotar este mundo y darle la vuelta. Pero el camino no puede ser avanzar esos pasos tan cortitos. Hay que dar pasos decididos hacia la oscuridad para atravesarla porque sólo venciéndola es como podremos fructificar. Vencer la oscuridad de nuestras ansias de seguridad y del mal que parece imponerse por todas partes mientras transformamos nuestra fragilidad en candela para todos es resucitar. Y así, porque creo hablo y, como servidor de la verdad que no se deja aprisionar por ninguna seguridad ni cede a la tiranía autoritaria de quien se piensa sentado al costado de la Verdad, me uno a un pueblo que peregrina pidiendo justicia y horizontes nuevos y busca siempre otros caminos.


Atravesar la oscuridad


sábado, 17 de julio de 2021

CON ÉL Y EN ÉL. Domingo XVI Ordinario.

 18/07/2021

Con él y en él.

Domingo XVI T.O.

Jer 23, 1-6

Sal 22, 1. 3-6

Ef 2, 13-18

Mc 6, 30-34

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Estar con Jesús es ser pastor. No existe un retiro idílico en el que se pueda gozar a solas de su compañía. Embarcarse con él es dejarse alcanzar por todos aquellos que, buscándole, llegan desde todas las aldeas. El corazón de Jesús es tan sólo uno y en él cabemos nosotros al buscar refugio, pero no nos tiene destinado un descanso en aislamiento sino que nos brinda la ocasión de salir de nosotros mismos y ponernos a disposición de los demás porque esa es la manera de ser que él nos quiere enseñar. Es su propia forma de ser. Es Dios que se da y hombre que se realiza divinizándose. La divinización no es un endiosamiento, sino una participación en la naturaleza divina que ha participado antes en la nuestra mostrándonos cuál podría ser su perfeccionamiento definitivo.

Existen quienes se presentan como pastores, pero no hacen más que desparramar a las ovejas lejos de los pastos del Señor. Son quienes imponen mandamientos y se empeñan en mantener la distinción entre puros e impuros manteniendo el sometimiento a la Ley como signo de pureza. Así que será él mismo quien las reúna y las conduzca hacia fuentes tranquilas para reparar sus fuerzas y suscitará un vástago de la casa de David que practique la justicia y el derecho. No existe otro criterio para reconocer al verdadero enviado: justicia y derecho para las multitudes que de todas partes llegan buscando quien pueda consolarlas después de haber sido aplastadas por la exigencia de tanta norma. Nosotros ahora estamos en Cristo Jesús, nos hemos retirado con él y todo aquel que lo busque sinceramente terminará por encontrarnos porque ahí estamos: en los manantiales a donde él nos ha llevado, en la orilla en la que con él hemos recalado, pero no para aislarnos de la realidad en una burbuja dorada, sino para atender a los que llegan buscando, a los que la compasión de Jesús convoca igual que a nosotros. Jeremías profetizó que Dios iba a apiadarse de las ovejas diseminadas por los falsos pastores y Jesús, tan Dios como hombre, asumió como propia esa promesa. Su motor es siempre el amor por eso su justicia nunca es venganza, sino reparación de situaciones que perpetuán la injusticia y aumentan el sufrimiento de la gente. Descubrir a Dios, conocerle, es aceptar ser pastores los unos de los otros y reconocer que todos estamos reconciliados con él en una paz que estamos llamados a acrecentar.

Las separaciones y las fronteras no tiene ya ningún sentido; los retiros exclusivos tampoco; parapetarse tras los privilegios que nos hemos construido o heredado por azar, mucho menos.  Habitar en la casa del Señor es estar, como él y todos los que con él están, disponible para acoger a quienes llamen a la puerta y dispuesto a compartir con ellos, por años sin término, la plenitud en la que nos introduce. Ese sitio tranquilo es el ámbito en el que nos comportamos como Dios mismo lo haría; tal como vimos comportarse a Jesús. No es un espacio físico. Es un ecosistema que vamos creando al construir relaciones basadas en el compartir y en el acercamiento a los demás sin exigirles que cumplan normas ni condiciones que han quedado ya superadas por el amor que Jesús nos dejó como señal. 

 

Con él y en él

 

sábado, 10 de julio de 2021

NO-DOS. Domingo XV Ordinario.

 11/07/2021

No-dos.

Domingo XV T.O.

Am 7, 12-15

Sal 84, 9ab. 10-14

Ef 1, 3-14

Mc 6, 7-13

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                Amós es enviado a Israel para alertar sobre la ruina inminente pero no es escuchado. Su vida se vio súbitamente transformada cuando Dios le arrancó de sus días sencillos y le puso en la tesitura de tener que enfrentarse a los profetas de Betél y anunciar la caída del reino. Jesús, en cambio, no envía a nadie solo sino que, al contrario, manda a sus amigos de dos en dos. Una pareja es ya un grupo, una comunidad. En ella se vive la unidad y ese lazo tiene valor hacia dentro y hacia fuera: se vive la gratuidad, se confía en lo esencial y se tiene poder sobre los malos espíritus; propios y ajenos. Los compañeros de camino son compañeros de vida. La comunidad, o la pareja, se hace presente en cualquier casa donde sea acogida y come cualquier cosa. No hay lugares ni comidas impuros. Tampoco tiene problema en relacionarse con nadie ni en acoger a los que llaman a su puerta; lo comparte todo y acepta lo que le ofrecen. Ni impone, ni engaña. Frente al rechazo, simplemente se da la vuelta pero no castiga, ni condena ni amenaza, como hubiéramos visto hacer a Amós si hubiésemos seguido leyendo unos pocos versos más; como todavía hacen muchos que ven rechazada su gran y única verdad. La pareja, o la comunidad, sana y rescata. Restaña muchas heridas pero también nos coloca (a los de dentro y a los de fuera) frente a nuestras incoherencias y contradicciones; nos amonesta cuando erramos y denuncia los males que otros sufren por nuestra causa.

Por medio suyo Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. Aunque parece que aún hay quien no se da cuenta sus amigos son muchos más que su pueblo. La comunidad y la pareja son portadoras de este mensaje fantástico. Pero no simples mensajeros; son verdaderos agentes; son buena noticia que realiza lo que anuncia. Hacen con todos lo que Dios ha hecho ya con ellas: elige, destina, salva y revela el plan final: recapitularnos, re-unirnos a todos y a todo en la única realidad de Cristo que aquí ya no hace referencia a un ser humano concreto sino al estado al que la creación entera está convocada.

De dos en dos caminan los compañeros. Tradicionalmente se ha dicho que la pareja, la familia, es como una pequeña comunidad doméstica. Yo prefiero construir desde abajo, por eso opino que es la comunidad la que debe parecerse a la pareja, a los dos que caminan juntos, esa unión es el centro de todo. En ese universo en proceso de cristificación universal también las parejas se van cristificando. Así, se transforman en algo mucho mayor que la simple combinación de dos y pasan a ser no-dos. No son simplemente uno. Son una única realidad en la que ambos se unen sin mezcla ni confusión y, a la vez, se mantienen íntegros sin división ni separación. Son no-dos tal como fue la unión entre Dios y hombre en Jesús el Cristo. Jesús sabía bien lo que hacía cuando nos envió de dos en dos. Es la única manera de trascender esa barrera que somos nosotros mismos. Esto que se entiende bien para cualquier pareja es mucho más complicado de ver al aplicarlo a la misma familia, o a comunidades más grandes, incluida la Iglesia, digámoslo claro. Y sin embargo, poniendo en práctica ese no-dos es como se puede aprender a amar sin poseer, enseñar sin esculpir, opinar sin coaccionar o entregar sin chantajear. Así podremos expulsar cualquier espíritu dañino: evangelizar.


No-dos

Para Pili; compañera en el camino.

sábado, 3 de julio de 2021

LA FUERZA Y LA DEBILIDAD. Domingo XIV Ordinario

 04/07/2021

La fuerza y la debilidad

Domingo XIV T.O.

Ez 2, 2-5

Sal 122, 1-4

2 Cor 12, 7b-10

Mc 6, 1-6

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Querido hijo de Adán, hijo del hombre, de un ser humano cualquiera: Me dirijo a ti, seas mujer o varón, da igual. Sé quién y qué eres; eres un ser capaz de albergar mi Espíritu. Deja que este aliento mío te ponga en pie ante todos los demás para que puedas transmitirles esto mismo a todos ellos. Es posible que muchos no te hagan caso porque dirán que cómo vas a tener tú nada que decir si no eres mejor que ellos. Ese es el sarcasmo de los satisfechos. Nada hay que pueda conmover la conciencia de los hartos porque son incapaces de ver más allá de su propio hartazgo y de lo necesario para mantenerlo así, bien orondo.

Tú, en cambio, vive siempre atento a la realidad porque en ella me voy revelando a quien quiera conocerme. No temas caer en vanagloria alguna; cuando yo me muestro no arrastro a nadie lejos de lo cotidiano sino que, al contrario, si quieres, te pondré en contacto con el fondo último de todo y en él podrás conocer el escepticismo sin condenarlo y percibir tu propio fracaso como debilidad, no como derrota. Podrás ser fuerte en tu debilidad porque es el resultado de tu renuncia a ser alejado de mí y para ti. Desde que quisiste ser cercano a mí y vivir volcado hacia los demás te fui acompañando discretamente. Tras cada árbol, bajo cada piedra o en el vuelo de cada hoja que caía estaba yo compartiendo contigo cada amanecer y arropándote en cada atardecer. En ese camino y en virtud de tu cercanía a todos te hiciste conocido para ellos con lo cual se arruinó el efecto del misterio. Para quien no es capaz de leer el día a día y se empeña en esperar lo espectacular, nada hay menos digno de crédito que lo ya conocido. Por eso también tú tendrás que escucharte eso de que ya saben quién eres y lo que puedes ofrecer: lo mismo que tu familia antes que tú; lo mismo que todos los que hablan de mí llamando a todo el mundo pero no son capaces de movilizar más que a unos pocos. No te preocupes. La respuesta es siempre individual, aunque no siempre sea personal, porque muchos, simplemente, se dejan llevar.

Lo que otros ven como debilidad es, en realidad, la pureza de tu ser sin disfraces ni envaramientos. Tu fortaleza es la de ser lo que todos querrían ser pero no logran: auténtico. Eres verdad porque no escondes ni tus fallos ni tus errores y porque no te rindes ante el rechazo. Nadie reconoce como verdad aquello que le perjudica o va contra sus intereses y, en ese caso, incluso los milagros son inútiles. Que seas de aquí o de allí es sólo una excusa; lo decisivo es que les muestras lo que querrían ser y el desajuste con lo que han llegado a ser se les hace insoportable. Estos que compartieron sueños y sembraron utopías contigo han terminado por vivir como no esperaban y al reencontrarte la tensión deriva en rechazo. ¿Cómo tú, que te fuiste lejos vuelves ahora a darnos lecciones? Si hubieras estado aquí… Sin embargo, incluso así, saben en el fondo de su conciencia que ha pasado por su vida un profeta. Algo se ha movido en ellos, aunque sea para desearte mal. Esa debilidad tuya es verdadera, es eficiente como un aguijón, pero te recuerda que sigues inmerso en la vida y embarcado en la lucha; que ni te has dejado alcanzar por el conformismo ni te has rendido ante las dificultades o las críticas; sigues siendo un ser humano cabal guiado por mi Espíritu, el que acompaña y arropa.


La fuerza y la debilidad