15/07/2018
Un abrazo en la raíz.
Domingo XV T.O.
Am 7, 12-15
Sal 84, 9abc. 10-14
Ef 1, 3-14
Mc 6, 7-13
De dos en dos. Jesús nos invita a propagar la Buena
Noticia en una asociación que requiere cercanía e intimidad. Dos que caminan
juntos abrazando la vida con una única mirada, que se entienden y que se saben
enviados por alguien que los enlaza y que les muestra una nueva manera de
presentarse ante el mundo: con un par de sandalias, un bastón, una túnica, con
un único amor que surge de una misma fuente. Una presencia suave que anida
donde es acogida, que no impone, sino que ofrece si querer llevarse nada que no
sea libremente entregado, ni el polvo de las sandalias… franqueza al ofrecer,
honestidad al recibir. Cada uno elige, acepta y aporta sin ninguna coerción. No
hay que engañar ni captar. Hay que ofrecer una vida que seduzca por sí misma,
sin imposiciones, que mueva a la acogida del mensaje.
¿Qué mensaje? Que Dios nos ama a todos con locura,
que no se deja a nadie fuera sino que nos llama a todos personalmente, a cada
uno, para que podamos conocer a la persona de Cristo, al ser que se abre a
todos porque no tiene nada que guardarse para sí. Jesús es, porque vive, el
Cristo, el mesías, la humanidad que habita en Dios. Todo cuanto constituye al
ser humano en tal, está ya incrustado en la Trinidad, revelando el camino para
alcanzar ese mismo hábitat. Descubre tu más profunda esencia de humanidad y habrás
descubierto aquello que te une a Dios. Todos somos elegidos y destinados para
llevar esa naturaleza hasta su máxima calidad. De dos en dos estamos llamados a
vivirla como raíz común que nos une a todos, que nos comunica unos a otros sin
dejar a nadie fuera. Recurriendo a lo fundamental, dejando de lado lo
superfluo, atendiendo al valor interior más que a la utilidad o la belleza
exterior, reconociendo el coraje de cada persona por sencilla que pueda parecer,
abrazándonos en la simplicidad del cuenco vacío que se deja llenar por el mismo
Espíritu sin que la forma, el material o los adornos nos impidan reconocernos
como manifestación de ese mismo contenido que nos da sentido.
De dos en dos, porque ya no tiene sentido la soledad
de los viejos profetas. La cercanía, la confianza, el vivir para el otro es la
imagen que explica el vaciarse interior. No nos ahuecamos para inutilizarnos, dejamos
sitio en nuestro interior a un ser concreto que nos aporta aquello que en
solitario nunca conseguiríamos. Es una mutua fecundación que Jesús nos pide compartir
con el mundo como nueva forma de vida y de relación. Porque con cada ser humano
tenemos una relación personal, un abrazo en la raíz, porque nadie nos debería
ser ajeno y con cada uno podríamos hacer pareja, recoger en cada dueto algo
que, en cierta medida, nos construya y ofrecer algo propio que pueda
aprovecharle. ¿Qué ofrecemos? Una comunión de cuencos, una red de vasos
comunicantes, que se relacionan personalmente en la profundidad de su esencia
humana y que, en su conjunto, va ahondando la realidad en busca de Dios. Los
logros y los fracasos son siempre humanos, colectivos. Recogemos el fruto del
abrazo entre la misericordia y la fidelidad, el beso entre la justicia y la
paz. De dos en dos se va extendiendo la simiente del mundo nuevo, de dos en
dos, con cada uno, en la profundidad que el conjunto humano va horadando, clausuramos
la distancia entre la humanidad y Dios.
Un abrazo en la Raíz. |
Para "Papeles"
Gracias Javier!!!
ResponderEliminarA ti, compañera.
EliminarUn abrazo.
1.- Hoy he escuchado:
ResponderEliminarDe dos en dos. Se daba testimonio en aquella época, de dos en dos. Hoy se da testimonio de uno en uno, de dos en dos o como se puede. Creados desde siempre, amados desde siempre. Renovado todo a través del Hijo, a través de su corazón que todo lo recoge para hacerlo nuevo. Expandir el Misterio de Dios es coadyuvar a esa renovación, que alegra el Espíritu de Dios.
Y cada cual expande el misterio como sabe, como puede, como alcanza.
2.- En relación a tu escrito
Rectitud y sinceridad al ofrecer y al recibir.
“Descubre tu más profunda esencia de humanidad y habrás descubierto aquello que te une a Dios”. Descubrir la más profunda esencia de mi humanidad es descubrir mi miseria y fragilidad y compadecerme de mi misma y aprender a compadecer a mi hermano y ser misericordia con él. Dios muestra en la fragilidad su fortaleza.
Dios habita en el silencio de la soledad. La soledad del viejo profeta seguimos siendo todos. Dios es celoso y guarda bien a la niña de sus ojos y al niño de sus ojos que somos cada cual para Él. Pero entiendo que te refieres a que somos en función del otro; necesitamos al otro para poder realizar una acción bondadosa, si no fuera así ¿hacia quien se podría dirigir una acción amorosa? Tienen que existir por fuerza dos – tú y yo - y el espíritu que anima un pensamiento, una palabra o una acción. A imagen y semejanza de Dios somos y existimos trinitarios, siendo al mismo tiempo uno. Y ya somos un Cuerpo Místico, ya formamos parte de esos vasos comunicantes.
Un abrazo
Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarCreo que la fragilidad y la miseria son sólo una capa superficial. Hay que desprenderse de ellas para descubrir que en lo profundo habita Dios y que somos imagen suya. Dejar traslucir esa imagen es la vocación a la que estamos llamados. Necesitamos al otro para ser, para hacer realidad esa vocación. Como dices,"¿hacia quién se podría dirigir una acción amorosa" si cada yo no tuviese un tú?
Amar es la vocación, realizarse a semejanza de Dios que es Amor siempre activo, en acto, que se da sin cesar,a personas concretas. La corriente entre ambos, la relación, el amor circulando es el Espíritu. Entre tú y yo y entre cada uno y Dios. Somos trinitarios en nuestro actuar, que es dearrollo de la esencia íntima que nos habita, el Dios trinitario que es dándose.Y de esa esencia única surge nuestra comunicabilidad.
Creo...
Un abrazo.