sábado, 5 de marzo de 2022

SENTIDO Y ESPERANZA. Domingo I Cuaresma

 06/03/2022

Sentido y Esperanza

Domingo I Cuaresma

Dt 26, 4-10

Sal 90, 1-2. 10-15

Rm 10, 8-13

Lc 4, 1-13

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Tal vez el autor deuteronomista pueda ayudarnos hoy. Si recordamos todo lo que el Señor ha hecho con nosotros durante toda nuestra historia podremos ver que su trascendencia no es una barrera sino una garantía de imparcialidad. Está más allá de nuestras querencias y simpatías. Se entrega a todos. Por eso, cualquier intento de apropiárselo es falso. No favorece a unos contra otros, sino que sostiene a los más débiles para que los agresores no les roben la esperanza definitiva. Su imparcialidad no es equidistante; sostiene a la víctima sin odiar al victimario. Esto es de gran importancia hoy.

Nadie hay que crea en el Señor que vaya a quedar defraudado, nos dice Pablo. Pero esa invocación debe responder a un impulso sincero del corazón y resulta a todas luces evidente que no se puede rogar a Dios por delante mientras por detrás se van dando mazazos a diestro y siniestro. Nadie hay que invoque su nombre y no se salve, nos dice también. La salvación ha sido un concepto muy manoseado. Ha sido la gran esperanza y también la gran excusa para imponer la diferencia entre unos y otros, entre griegos y judíos. Confesar la fe en Jesús es mantenerla en pie pese a lo dañino y perverso de la situación en la que nos encontremos. Para quienes este acto no sea una afirmación burguesa y despreocupada sino que se encarne en la realidad, por descarnada que esta sea, constituirá una afirmación de sentido y ese sentido es el que salva de la desesperanza. Rescatar a la salvación de sus coordenadas extramundanas y situarla en lo concreto de cada momento es dotar a la vida de sentido y una vida con sentido siempre merece la pena, incluso las que se viven en el peor escenario posible. De esto han dado testimonio miles de víctimas a lo largo de la historia antigua y reciente en los cuatro rincones del mundo.

Para que la profesión de los labios sea sincera debe estar en consonancia con la fe del corazón que se transparenta en nuestra cotidianidad. Pero, como el mismo Jesús experimentó, ésta no es una batalla que se gane de una vez para siempre. En su corazón moraba la certeza de que a todo lo necesario para la vida debía tenerse acceso en grado proporcionado, para que alcance a todos; tenía también claro que el poder y la riqueza alejan de Dios convirtiendo cualquier cosa en un ídolo y que Dios no va a venir a detener tu caída con la espectacularidad que a veces demandamos como prueba; si te dejas caer, te dejas caer. También hoy nosotros deberíamos tener claro que todas las víctimas tienen derecho a lo necesario por encima de su nacionalidad, de sus papeles, de sus creencias o de cualquier otra cosa; y que nuestra necesidad no es excusa para desatender la suya. Deberíamos saber también que cualquier ideal, bandera o religión pueden transformarse en un ídolo insaciable. Y, finalmente, que si nos empeñamos en dejarnos caer en el hoyo de la inhumanidad no vendrán los ángeles a cuidarnos. Quien sí estará presente, como lo está desde siempre, será Dios mismo para velar por los damnificados que nuestra ceguera produce y sostener a todos aquellos que confiando en él mantienen la esperanza y el sentido; mantienen su compromiso en la lucha sin odio por la justicia y la verdad sin soltar la mano de quienes les han sido confiados. Son éstos quienes, conservando el sentido, verán reflejados en el salmo su propia experiencia vital.


Sentido y Esperanza. Ramón Espinosa (2010)



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