22/03/2020
No está
nunca distante
Domingo IV
Cuaresma Para ver las lecturas pincha aquí
1 Sam 16,
1b. 6-7. 10-13a
Sal 22, 1-6
Ef 5, 8-14
Jn 9, 1.
6-9. 13-17. 34-38
-Tú no ves lo mismo que nosotros. Estás ciego y tu desgracia es el
castigo por tu pecado, o por el de tus padres. Nosotros conocemos y cumplimos
la Ley. Todo está reflejado en sus palabras y ellas son testimonio nuestro ante
Dios, pues las cumplimos sin excepción alguna, sin olvidar un punto, sin saltar
ni un día de celebración, sin excusar el más mínimo gesto en el cumplimiento de
cada norma. Tú, en cambio, eres incapaz de ver y sufres ya aquí el adelanto de
tu castigo eterno: no verás nunca el rostro de Dios.
-Es cierto que yo no veía antes tal como vosotros veis ahora. Viví en
la ceguera, pero no en la oscuridad como vosotros. Aun sin ver podía percibir
con claridad el corazón de quienes pasaban a mi lado. El amor de unos pocos, la
indiferencia de la mayoría y vuestro desprecio. Ese es el mirar de Dios, que
tiene entrañas de madre y cuida siempre de quienes vosotros olvidáis. Y sigo
sin ver como vosotros, porque mi visión de antes se ha amplificado, se ha
revelado cierta y se ha extendido para percibir no solo el interior, sino
también el exterior. Ahora veo como vosotros, pero no sólo lo que vosotros veis
ni como vosotros lo veis. Veo con los ojos de Dios, con el mismo amor que él
mira al mundo: con su Espíritu que me acompaña desde que me devolvió la vista.
-¿Quién?
-Jesús el Cristo, el profeta que me hizo comprender que pese a ser
despreciado por vosotros soy amado por Dios, como David, el cristo, fue
preferido por él a pesar de ser el último entre sus hermanos. Nadie pensó que
él pudiera cumplir la profecía, pero el mirar de Dios es siempre diferente.
Como lo es el mío ahora. Por eso sé que ese hombre era el profeta. Por eso creo
en él como Hijo del hombre, porque verlo a él es ver a Dios siendo hombre. Él
me ha levantado de entre muertos como vosotros y me ha hecho ser verdaderamente
hombre, semejante a Dios. Soy quien camina en la luz con la intención de hacer
que su imagen en mí sea cada día más cercana al original. Soy un liberado que alza el vuelo. Vuestro
dominio es cada día más tenebroso porque os empeñáis en buscar vuestro
beneficio escudándoos en el cumplimiento de una Ley que fue escrita para
liberar a nuestros padres. Sin embargo, el Espíritu que vive en ella y al que
vosotros os cerráis es el mismo que nos lleva a muchos a ir más allá de esas
palabras. A independizarnos y dejar vuestro infantilismo interesado.
-Eso es blasfemia, mereces ser expulsado de nuestra comunidad.
-Sería solo la confirmación de una realidad. El Señor es un pastor,
como David, el cristo, y nos conduce a través de un mundo siempre cambiante que
busca nuevas formas de acercarse a Dios y que ya no sabe leerlo en vuestra Ley.
En realidad, tampoco vosotros supisteis leer en ella nada más que a vosotros
mismos. Os empeñáis en cumplir la norma incluso en estos días porque sin ella
vuestra vida carece de sentido. Os empeñáis en que todos aprendan vuestro
idioma porque decís que es el único adecuado. Pero Dios habla todas las lenguas
y conoce cada corazón. Jesús el Cristo, su enviado, es como una piscina en la
que sumergirte y de la que renacer. Pero hay que querer limpiarse, hay que
dejar que él señale y embadurne tu limitación, recreándote, y confiar en que,
aun ausente, no está nunca distante.
No estás nunca distante |
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