16/12/2018
La heroicidad cotidiana
Domingo III Adviento
Sof 3, 14-18a
Is 12, 2-3. 4bed. 5-6
Flp 4, 4-7
Lc 3, 10-18
Seguimos recibiendo exhortaciones a la alegría. Me
resulta muy llamativo que Juan comience a pedir a la gente lo mismo que, un
tiempo después, Jesús animará a la gente a hacer para celebrar la llegada del
Reino. La buena noticia, dirá Jesús, es que Dios ha llegado y se ha puesto de
parte del ser humano, con una especial predilección por los olvidados, los
perdedores y desheredados. No nos ha olvidado, conoce nuestra realidad y
naturaleza y la asume como propia para sanarla y realzarla. Pero mientas él
llega, Juan nos dice que el mismo comportamiento agiliza la germinación del
Reino. La semilla está ya puesta en el alma de cada persona. Sólo es necesario
sentarse a escuchar, darle prioridad y dejarla aflorar.
Es un compromiso personal, por eso a cada uno se le
pide aquello que puede dar y que dignifica su oficio o condición. Frente a
tantas abstracciones y misticismos nos deja boquiabiertos tamaña simplicidad:
Desempeñad bien vuestra ocupación y haced el bien a todos. Algunos podrán decir
que es una ética de mínimos. No. Es una ética fundamental. En la base de todo
está la humanidad que compartimos. Juan primero, coronando una larga tradición
profética y Jesús después de él hablaron un lenguaje perfectamente comprensible
para quienes les escucharon. Por eso no dejó indiferente a nadie. Es un hecho
que tan sólo el sediento sabe valorar las virtudes del agua. Es un hecho que
todos los sedientos de su época buscaban agua y que la que encontraron sigue
paliando hoy la sed de muchos otros. Porque la profecía por tanto tiempo
esperada se cumplió al fin, porque descubrieron el agua que sabía apelar a sus
corazones tanto como a sus estómagos,
porque con ella no había ya necesidad alguna. Sin la eliminación de cualquier
clase de sed es imposible la fiesta prometida.
Y el cristianismo, precisamente, promete una fiesta
permanente. Mucho antes que ritos y doctrinas, somos portadores de un mensaje
de liberación. Cualquier opresión, angustia o peso que impida a cualquiera ser
humano, sencilla y simplemente humano, debe ser neutralizado. Ser humano en
plenitud es ser consciente de sí mismo y capaz de relacionarse, desde esa
consciencia, con el propio entorno y con todos los demás vinculándonos a ellos
en una relación equitativa y solidaria. A partir de aquí ya será posible
ritualizar las vivencias y definir las certezas con la flexibilidad propia de
lo perecedero, de lo que surge sabiéndose llamado a la extinción, a dejar paso
a nuevas expresiones y a nuevas formulaciones. En la base de todo está el bien concreto
de cada hombre y mujer que no puede difuminarse entre inciensos y cumplimientos.
Y este bien concreto y personal es siempre lo prioritario, sin él todo lo demás
carece de sentido. Así lo predijo Juan y lo confirmó Jesús y su mensaje llegó a
sus vecinos como una inesperada invitación a un banquete de bodas que habría de
poner fin a toda angustia y dolor. Es la fiesta que sólo puede surgir de la
espera activa, desde el compromiso con el descubrimiento de la propia realidad
y de las propias capacidades para transformarla, desde el empeño en hacer de uno
mismo un mundo nuevo a semejanza de Dios, abierto a todos los demás, un hogar plenamente
acogedor que hable a todos de tú y pueda cimentar nuevas relaciones basadas en
esa ética de la esencia, de la heroicidad cotidiana, pero no mínima.
La heroicidad cotidiana |
Gracias Siempre
ResponderEliminarA ti.
EliminarGracias 😊
ResponderEliminarIgualmente. Y bienvenido o bienvenida. Un abrazo.
EliminarDomingo alegre, adviento alegre; alegría implementada en la vida cotidiana transformado el sayo del mendigo en héroe envuelto de universo.
ResponderEliminarY el Niño que llega y el Niño que llega.
Encarnación amable, Encarnación amante, Encarnación eterna.
Exultante la Palabra que nace y llena.
¡Qué emocionante!
La alegría de la espera proviene de la certeza del cumplimiento. Antes o después todo reverdecerá. La emocion se va amontonando, tan sólo es necesaria una gota más que la desborde e inunde la relidad.
EliminarGracias.